La Razón (Cataluña)

Una vez más, «esto va revuelto»

La presidenta del BCE, con todo su poder de crear y destruir dinero, anuncia que mantendrá por ahora el manguerazo monetario y tranquiliz­a a los mercados después de varias semanas de nervios, rumores y bastante incertidum­bre

- JESÚS RIVASÉS

ChristineC­hristine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), el personaje más poderoso de Europa –tiene y ejerce el poder inmenso de crear y destruir dinero–, calmó el jueves a los mercados. El BCE mantendrá el manguerazo monetario e incluso acelerará algo las compras de deuda para evitar que suban las rentabilid­ades de los bonos, es decir, los tipos de interés. El primer trimestre ha sido malo para las economías europeas y hay que fomentar la recuperaci­ón. Los expertos de Lagarde son optimistas para el segundo semestre, pero a veces se equivocan. El Gobierno de Sánchez, sin dejar aparte las reyertas internas con Iglesias, que no cesarán, ha aprobado, por fin, ayudas directas a pymes y autónomos. Ha tardado, pero un Real Decreto es algo más que un «tweet» de Unidas Podemos, como dice Nadia Calviño. La vicepresid­enta, que no lo tiene fácil, debe vigilar el déficit y nadie quería que se repitiera el caso del Ingreso Mínimo Vital que sacó adelante el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, una buena idea, pero quizá con defectos de aplicación por la premura con la que se aprobó. El Ibex-35 coquetea con los 8.600 puntos, el Santander de Ana Botín y el BBVA de Carlos Torres han doblado su cotización en meses, lo que no impide que esté lejos de sus mejores tiempos y, como todos los bancos, con un futuro incierto. La incógnita es si sus acciones pueden subir más y hasta cuándo. España es ahora un enredo político, otra vez el «laberinto» de Brenan, desde Cataluña a Murcia, con el plato fuerte de la batalla de Madrid. Inés Arrimadas, con menos olfato político del que se le esperaba, no imaginaba la reacción de Isabel Díaz Ayuso. Al fondo suena la voz de Ana Torroja y el «mujer contra mujer» de Mecano.

–«¿Esto no va demasiado revuelto?, pregunta uno de los personajes de «Madera de Boj», la novela de Camilo José Cela.

–«No, esto no va más que algo revuelto», le responde otro.

José Luis Carod Rovira, líder de Esquerra (ERC) en otros tiempos, ha reaparecid­o para pedir que Cataluña le cree un problema económico a España y así lograr un referéndum. Filólogo de formación, quizá no estudió que eso también significar­ía el hundimient­o económico catalán. Aragonés, el próximo presidente de la Generalita­t, tampoco parece muy preocupado por la economía. Habla de diálogo, pero sus objetivos son el debate de la autodeterm­inación y arremeter contra la monarquía. Madrid ha sido la única Comunidad que ha creado empleo en los últimos meses. Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, empieza a tener diferencia­s con los sindicatos y sus líderes, Unai Sordo y Josep María Álvarez, porque por mucho que presuma de comunista, no todo es posible. Ahora, al mismo tiempo, tiene que lidiar con el ataque informátic­o, «hackeo,» al SEPE (Servicio Estatal Público de Empleo). Afectará al pago de ERTES y a las prestacion­es por desempleo. Además, la infección informátic­a parece que empieza a extenderse hasta la Seguridad Social y la tramitació­n de pensiones. Los «hackers» atacaron a Mapfre antes del verano y después a Adeslas. Las dos asegurador­as estuvieron semanas con sus sistemas primero parados y luego al «ralentí». El caso del SEPE es más grave porque afecta a prestacion­es. Barcelona, incluida su alcaldesa Ada Colau, reticente en otros tiempos, esperaban el Mobile de final de la primavera como un nuevo principio. Lo será menos. Ericsson, Nokia, Sony, Facebook y Oracle participar­án, pero de forma virtual y eso deja menos dinero. Antonio Catalán, optimista incluso en los momentos más difíciles, está convencido de que el turismo de negocios volverá. Sin embargo, hay cosas que quizá nunca sean como antes. Liberty ofrece a sus 1.200 empleados teletrabaj­ar para siempre. El déficit de la SS se ha triplicado y ya debe 100.000 millones, pero Sánchez intentará evitar tomar medidas impopulare­s, pero están en juego los fondos europeos, el nuevo «maná», que no llegarán si no hay reformas.

–«¿Esto no va algo revuelto?», insiste el personaje de Cela.

–«Bueno, pero no demasiado revuelto», replica otro.

–«¿Va como la vida misma?», pregunta el primero.

–«Tampoco», sentencia su interlocut­or, que también añade: «además hay cosas que no hay por qué decirlas». Pues eso.

El enredo político general retrasará las reformas que reclama Europa y pone en peligro parte de los fondos de ayuda»

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