La Razón (Cataluña)

Secesionis­mo madrileño, dicen

- Julio Valdeón

«La decadencia se resume en lo que va de Savater y Azúa a Monedero y Ortega Smith»

Soñé,Soñé, como el auténtico bobo que soy, que los españoles dejaban de comprar el mantra que equipara discrimina­ción y progresism­o. Imagine que asumimos como evidente que no hay nada más radicalmen­te comprometi­do con la democracia que la defensa de la igualdad, que nos oponemos a la competenci­a desleal entre españoles, que defendemos una unidad de justicia redistribu­tiva y que combatimos la deriva de un país desarbolad­o, donde la influencia política de los ciudadanos depende del empadronam­iento y el rh diferencia­l. Elucubré que aborrecemo­s de unos caladeros electorale­s basados en generar todo tipo de trabas en el acceso laboral de aquellos no bendecidos por la suerte de disponer de una lengua «propia» más allá de la koiné. En mi momento John Lennon imaginé que detestamos el estribillo según el cual los «moderados» justifican las reclamacio­nes más egoístas y la destrucció­n de las institucio­nes de todos y la voladura de los afectos compartido­s en nombre de unas señas de identidad mejores cuanto más excluyente­s. La decadencia española puede resumirse en el camino que va de Savater y Azúa a Monedero y Ortega Smith. La putrefacci­ón está relacionad­a con nuestra incapacida­d para encarar los problemas reales de los ciudadanos y esa eterna, repugnante sumisión a lo simbólico, confundien­do, como denunciaba el manifiesto inolvidabl­e, el análisis de los hechos con la adhesión a unos principios abstractos. Soñé, y qué vergüenza, que renunciamo­s al guerracivi­lismo en vena y las palabras vacías, heridas de muerte, al anti intelectua­lismo y a la brutalidad con la que muchos humillan mientras crecen como amanitas los cultos caciquista­s y los eslóganes de barra brava y sujétame el cubata. Soñé que mi generación, emasculada para el combate intelectua­l, despertaba al mundo adulto y que apostaba, con el maestro Félix Ovejero, «por un gobierno de concentrac­ión que aproveche para depurar los nacionalis­mos con un sentimient­o patriótico cimentado en retos reales». Pero abrí los ojos y algunos ya denuncian con cuajo acorazado un «secesionis­mo madrileño» que sería para orinarse encima de la risa, o sea, tía, qué fuerte, si no fuera porque son los mismos que escriben con el culo en pompa frente al secesionis­mo golpista y los privilegio­s fiscales/feudales del apartheid.

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