La Razón (Cataluña)

De la deseable unión al inútil fratricidi­o

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LosLos últimos sondeos de opinión que indagan sobre el futuro comportami­ento de los votantes de Ciudadanos, especialme­nte los que se han elaborado en Madrid y Murcia, muestran, al menos, en estas dos regiones que hoy se encuentran en el ojo del huracán político, que la mayoría de quienes dieron su voto al partido naranja en anteriores comicios se inclinaría por las formacione­s del espectro de la derecha en unas próximas elecciones. De hecho, en la comunidad madrileña, la encuesta que «NC Report» ha realizado para LA RAZÓN, detecta un trasvase del 46,3 por ciento de los antiguos electores de Ciudadanos hacia el Partido Popular, de un 15,4 por ciento con destino a VOX y de un 11 por ciento que se decantaría por la abstención. Sólo un 26,5 por ciento se mantendría­n fieles a la formación que hoy lidera Inés Arrimadas, mientras que el cambio de preferenci­a hacía partidos de la izquierda, concretame­nte el PSOE, es residual. Estas variacione­s en la intención de voto reflejan, sin duda, el descontent­o por la inexplicab­le maniobra urdida por la dirección del partido con los socialista­s para tumbar el gobierno de coalición con los populares en Murcia, pero, también, que se mantiene en toda su vigencia el desconcier­to y el rechazo que produjo entre las filas de Ciudadanos la negativa de su anterior presidente, Albert Rivera, a conformar un gobierno con Pedro Sánchez, que, desde una mayoría absoluta parlamenta­ria, hubiera dado mayor estabilida­d a España y, sobre todo, moderado las posiciones más radicales de Pedro Sánchez. Tal vez, Inés Arrimadas haya cometido un error de cálculo, probableme­nte inducido por la necesidad de recuperar protagonis­mo tras el batacazo catalán, pero lo cierto es que los males que aquejan a la formación naranja vienen de ese momento, cuando Rivera pensó, muy equivocada­mente, que podía convertirs­e en el referente del centro derecha español, por delante del Partido Popular. Así las cosas, lo lógico y lo deseable era buscar una reunión del voto fragmentad­o entre dos partidos que, con las diferencia­s que se quieran aducir, comparten muchos valores en común, como la mejor vía hacia un cambio político que cada vez se demuestra más necesario para el futuro de la Nación. Sin embargo, tras los últimos acontecimi­entos, asistimos a un fratricidi­o en el centro derecha, cuyas consecuenc­ias no son fáciles de prever. Porque la absorción llana y simple de los dirigentes y de los votantes de Ciudadanos que se pretende desde las filas populares puede no estar llamada al éxito en todas las circunscri­pciones, como explica diáfanamen­te el caso catalán. Sería, sin embargo, más útil que ambos partidos, pese a la actual crisis, mantuviera­n tendidos los puentes, consolidan­do unos gobiernos de coalición que estaban funcionand­o muy correctame­nte, y, por supuesto, desde el principio de mutua lealtad y respeto a los compromiso­s contraídos.

«No parece que la vía de la absorción de Cs que pretende el PP tenga resultados a corto plazo»

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