La herencia recibida
El 5 de mayo de 1789, en Versalles, los políticos debatían sobre el derecho a veto del Rey en las decisiones que tomase la Asamblea, momento en que surgieron tres posiciones distintas. Ese día el Rey Luis XVI presidía la asamblea de los Estados Generales, y a su derecha se situaron los defensores de que el monarca pudiera vetar las decisiones de la Asamblea Nacional a los que llamaron «llanura», a su izquierda se sentaron los partidarios de impedir que el Rey pudiera tumbar las decisiones de la Asamblea –liderados por Robespierre– conocidos como «Montaña» y, en el centro se situaron los indecisos, que fueron denominados como «Marisma».
Entre septiembre y diciembre de 2017 se produjeron en Catalunya una serie de acontecimientos que han marcado la política española que terminó con la supresión de la autonomía, el artículo 155 y el encarcelamiento de los líderes independentistas. Sin embargo, la vía unilateral se encontró con una contundente respuesta, iniciada con la huida de miles de empresas, el discurso del Rey Felipe VI, la histórica manifestación de Barcelona del 8 de octubre organizada por «SCC» y la victoria electoral de Ciudadanos de 2017. Arrimadas ganó las elecciones autonómicas catalanas con un espectacular resultado, alcanzando los 36 diputados y 1.100.000 votos, lo que supuso una enorme conmoción en la política catalana. La alegría entre los catalanes libres de nacionalismo fue inmensa y el fin del oasis putrefacto de la corrupción parecía acabarse. Pero decidieron abandonarnos.
Cs, que nació para sustituir el nacionalismo como ideología de chantaje a la gobernabilidad de España y hacer frente al separatismo en Cataluña, decidió convertirse en el referente de la derecha española, olvidando a los catalanes por puro tactismo electoral y con el único objetivo de ganar en Madrid. Cs fue la verdadera alternativa al independentismo, tuvieron la oportunidad de armar un relato alternativo al nacionalista para ganar el discurso del «seny».
Pero apostaron por Madrid.
En abril de 2019, Cs tuvo la auténtica oportunidad de ser útil, pero la desperdició al impedir un gobierno centrado con el PSOE, y decidió ser inútil. No era el centro lo que votaron los españoles, sino el fin del chantaje nacionalista, la regeneración de las instituciones frente a los populismos. Cs, identificado como el centro político, se sintió cómodo eludiendo compromisos, guardando la equidistancia ante los problemas y abonándose a la corrección, huyendo de la pasión y la vehemencia en la defensa de sus postulados,.
Albert Rivera fue un valiente, que se atrevió a combatir abiertamente el paradigma separatista, pero fracasó al confundir su papel histórico. Arrimadas demostró talento, coraje y carisma en el momento crucial de España y en la plaza más difícil,
Cs que nació para hacer frente al separatismo decidió convertirse en el referente de la derecha, olvidando a los catalanes
Rivera tuvo la oportunidad de ser útil, pero la desperdició al impedir un gobierno centrado con el PSOE
pero erró al confiar en Pedro Sánchez. Nadie debe dudar de los méritos de ambos políticos. Cs ha sido fundamental para España, y nuestro país necesita un partido de centro, un partido que sea el instrumento de reforma y regeneración.
El origen de los conceptos derecha, centro o izquierda fueron términos de un origen arbitrario que, si no se llenan de contenido, no existen. Ciudadanos decidió escoger el centrismo ideológico de los indecisos, convirtiendo su proyecto político de una marisma catalana rica y combativa a una ciénaga española de ambiciones desmedidas.
Pero todo se puede regenerar, incluso Ciudadanos volviendo a la marisma catalana.