Haaland, Mbappé y el columpio

ParaPara saber si hay cambio de guardia en el trono del fútbol mundial no hace falta esperar a la próxima nómina de finalistas del Balón de Oro. Hay otra prueba mucho más fiable, tanto como mirar al PNV para saber si los pactos de gobierno están próximos o no a tambalearse. Darse una vuelta por el parque y mirar las camisetas de los niños que juegan en él es suficiente para saber quién reina en el universo de la pelota. Nos hemos acostumbrado a que los pequeños se suban a los columpios vestidos de Cristiano y Messi. Muchas de esas camisetas se parecen lo justo a las originales, con el dorsal y las letras del nombre mal imitados, pero las lucen con orgullo, porque más allá de la oficialidad, son las de sus ídolos. No queda mucho para que los pequeños le pidan a sus padres teñirse de rubio y en las pachangas del barrio celebren los goles así como dando miedo, al estilo Haaland, o cruzando los brazos en plan rapero al modo de Mbappé. Queda por saber el color de la camiseta de ambos en el futuro próximo. Los grandes del continente no están para regalar el dinero con esto del virus, pero los que mandan en esos clubes saben que contratarlos es un golpe de efecto para los próximos diez años y, con ese tiempo de amortización, a Florentino no suele temblarle el pulso. Antes de todo eso, la Atalanta visita Valdebebas para medir a un Madrid sin su guardaespaldas titular. No está Casemiro y puede ser un día para Valverde, otro de esos futbolistas que hacen vivir más tranquilos a los hinchas de su equipo cuando está en el campo. En los columpios de Uruguay los niños sudan la camiseta del «Pajarito».