La Razón (Cataluña)

El mapa roto

- Abel Hernández

ElEl mapa político ha saltado por los aires. La derecha, la izquierda y no digamos el centro aparecen en recomposic­ión. Las nuevas fuerzas –Ciudadanos y Podemos–, que venían a regenerar el sistema y la vida pública, están en descomposi­ción. En realidad, todo está patas arriba en España. La anormalida­d, no sólo por la pandemia y sus demoledore­s efectos económicos y sociales, es lo normal desde que Pedro Sánchez ocupa La Moncloa después de abrazarse, en aquel gesto forzado para la foto, con Pablo Iglesias. Lleva razón Ortega y Gasset. Se ha demostrado que nada se parece tanto al combate cuerpo a cuerpo como un abrazo.

Somos un pueblo que no escarmient­a de sus errores históricos. Los dirigentes políticos actuales han pretendido con éxito momentáneo volver a enfrentar a España en dos bandos irreconcil­iables. Y en esas estamos, en pleno frentismo dialéctico, sin tener en cuenta la advertenci­a de Ortega de que «ser de la izquierdes­concierto. da es, como ser de la derecha, una de las infinitas formas que el hombre puede elegir para ser imbécil». Pero es manejando esa forma de hemiplejia moral como funciona aquí todavía la política. La fuerte tracción desde los extremos por parte de Podemos y Vox contribuye a tensar la cuerda y alienta esa hemiplejia moral y esa manifiesta imbecilida­d.

Me parece que esta tensión inútil, el mal gobierno y la debilidad de la oposición, perdida en rencillas particular­es, han conducido a la presente situación de Las elecciones del 4 de mayo en Madrid pueden ayudar a recomponer el mapa político tanto en la derecha como en la izquierda. ¿Seguirá en el PP la tracción de Vox? ¿Seguirá en el PSOE la tracción de Podemos? ¿O habrá un corrimient­o de las dos principale­s fuerzas hacia el centro vacío buscando lindes de entendimie­nto por el bien general? En esta evidente recomposic­ión del mapa político roto, se observa, tras estos años de anormalida­d, un moderado regreso al bipartidis­mo. Para eso faltan dos cosas: que Podemos quede reducido a la minoría comunista anterior y que el núcleo fuerte de Vox, de inequívoca­s conviccion­es democrátic­as, regrese, tras esta exitosa aventura fulgurante y pasajera, a la casa común de donde partió.

Si se cumplieran estas condicione­s y el PP ganara con holgura las elecciones de Madrid, Pablo Casado tendría mucho más porvenir político que Pedro Sánchez, que aún debe dar cuenta de la desastrosa gestión de la pandemia.

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