«CON BORRÀS HEMOS CREADO UN MONSTRUO»
LaLa frase se le atribuye a Pere Aragonès, vicepresidente en funciones de la Generalitat y futuro presidente, según cuenta María Jesús Cañizares en «Crónica Global». El monstruo creado, como Mary Shelley creo a Frankenstein, Frankenstein, es Laura Borràs. Dicho sea de pasada: es su aliada política, la persona con la que se va a repartir el poder en Cataluña. No sabemos por qué lo dijo, ya que fue en privado, pero no es amor lo que transmite. Como en el Prometeo moderno de Shelley, todo fue bien hasta que ese ser bondadoso nacido originalmente con la inocencia de las flores, se rebela de su creador y comprende que esos humanos tan bellos y perfectos encierran el mal dentro de ellos. «Me vengaré de mis sufrimientos, y si no puedo inspirar amor, daré miedo», dice en su huida. Y parece que Borrás anda diciéndolo para que el servicio se dé por enterado: si no me queréis, me odiaréis. Que se sepa, la nueva presidenta del Parlament no ha sufrido mucho y no ha venido a este mundo para hacer cola en una administración de lotería, por lo tanto, debe ser la antipatía manifiesta que despiertan sus ideas, las más xenófobas que se puedan expresar públicamente entre plato y plato –en privado debe ser como un plató de «Polonia»–, dichas, además, con una bobalicona sonrisa de superioridad física y racial. Acusada de prevaricación y malversación de caudales públicos por favorecer a un amigo en unos contratos, ha sido obligada, como aquel Boris Karloff desencadenado, a vengarse. Hay que imaginarse a Aragonès alzándose para dar cuerda al monstruo y luego éste apoltronarse como segunda autoridad de Cataluña –lo que a estas alturas no quiere decir mucho– para seguir las órdenes de Puigdemont, el verdadero Chucky del «procés», un maléfico ventrílocuo que no esconde sus intenciones destructivas. Es inevitable ver a Illa&Iceta visitando esta Parada de los Monstruos, muertos de miedo, sin saber dónde se han metido, creyendo que ellos, precisamente ellos, iban a ser su salvación.