Tres tristes tigres
La música de fondo es muy aburrida en Cataluña. Siempre gobiernan los mismos, para seguir haciendo lo mismo y a costa de los mismos. Como explica el escritor Javier Cercas, en la región mandan sin solución de continuidad idénticos señores desde hace más de cien años. Yo diría que no hay región española donde el caciquismo permanezca tan pastosamente adherido a las instituciones y tradiciones. Los potentados de «La Saga de los Rius», de Ignacio Agustí, se trasformaron en los años cuarenta en entusiastas del franquismo, en los tiempos recogidos por Juan Marsé. Eran los empresarios textiles que se apoyaron en el impulso del régimen para diversificar intereses. Pasaron después por las filias socialistas y convergentes y ahora andan repartidos en tres formaciones a la gresca –Junts per Cat, Ezquerra Republicana y la CUP– que, sin embargo, son una. Porque las tres articulan los intereses de las familias de siempre, arropando en banderas románticas intereses crematísticos vulgares.
Hay cierto enfrentamiento estosdías, con La uraBorrás(Junts) amenazando que retrasará lo más posible la votación de la candidatura de Pere Aragonés, de ERC (el plazo no permite ir más allá del próximo día 26), pero en Cataluña las cosas tienen remedio y se solucionan con una castañada o una comida con calsots, simples matices. Los tres partidos presentan la gama de colores que va de las posiciones más conservadoras (Junts), pasando por las« social democratizan tes» (ERC) hasta las comunistas (CUP) pero, en lo tocante a independentismo, sólo difieren en las velocidades. Llegarán a empastar, ya lo verán. Están en juego muchos cargos y demasiados intereses creados. Junts quiere acelerar el separatismo en esta misma legislatura, Ezquerra ha escarmentado en carnes propias y prefiere «convencer» al electorado con dobles raciones de adoctrinamiento escolar, cultural y mediático hasta forzar un referendo legal y la Cup adorna todo esto con contenedores quemados pero, insisto, no son más que menudencias. Lo que esta mitad de los catalanes quiere es anular a la otra mitad, y eso lo tienen en común y muy claro.
Por lo demás, los de Puigdemont pelean por la cartera de Economía, tan golosa, pero los de Ezquerra no la quieren soltar, así que ofrecen a cambio la de Exteriores, que está estupenda para mangonear con Puigdemont en Bruselas y colocar amiguetes en embajadas catalanas. Los de la CUP piden favorecer las ocupaciones, al estilo de los Comunes, y en eso sólo demuestran que son hijos de sus interesados padres, pero que todavía no han heredado la fortuna familiar. Cuando crezcan, dejarán el partido y se pasarán a Junts o a ERC, sus hijos tomarán el testigo en las calles
No hay región española en la que el caciquismo permanezca más pegado a las instituciones que en Cataluña
Lo que la mitad de catalanes independentistas quieren es anular a la otra mitad de los catalanes
y todo quedará en casa, que es de lo que se trata. Qué aburrimiento, por favor, qué peñazo. El narcisismo del siglo alcanza en las cataluñas un paroxismo extenuante. ¿Matices? Los del bolsillo. A saber, los de la CUP quieren nacionalizaciones bolivarianas, los de Junts o ERC no quieren ni oír hablar de ello. Los de Puigdemont proponen, en cambio, una banca catalana. La CUP ofrece la renta universal y Junts y ERC prefieren mejorar las prestaciones y unirlas al ingreso mínimo. La CUP apuesta por expropiaciones y ocupación de edificios, ERC persigue obligar a las grandes empresas a ofrecer alquileres sociales y los de Junts pretenden que la finaciación pública ayude a los promotores privados. La CUP apuesta por multiplicar impuestos a partir de 60.000 euros, la ERC habla de impuesto al comercio electrónico y, claro, los de Junts persiguen bajar impuestos. ¿Me siguen? Son tres matices de color político para la misma pretensión de quedarse con todo.