La Razón (Cataluña)

Pablo Iglesias: el hombre que no amaba a las mujeres

- POR A. NIETO MADRID

En lo político, «las compañeras que ascienden, lo hacen en función de cómo se lleven con él»; en el aspecto feminista «se comporta como un tirano machirulo», y desde el prisma psicológic­o «muestra conductas de macho alfa». Así analizan varias expertas al líder morado

«Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos digan que nos apartemos». Estas palabras de Mónica García, la candidata de Más Madrid, en respuesta a la oferta de Pablo Iglesias de quitarla de en medio y liderar él una plataforma conjunta para presentars­e en las elecciones del próximo 4 de mayo en la Comunidad, han reabierto el debate sobre la relación del secretario general de Unidas Podemos con las féminas de su entorno. Una historia de amor y odio más allá de la mera política que ha puesto en cuestión la conducta del vicepresid­ente segundo del Gobierno y que, ahora, varias expertas en psicología, comunicaci­ón política y feminismo analizan para LA RAZÓN.

¿Es Pablo Iglesias un machista? ¿Premia a las mujeres por otros aspectos que no atañen a su valía profesiona­l y méritos? ¿Qué hay detrás de ciertos ascensos y caídas precipitad­as de quienes tiempo atrás, como Carolina Bescansa o Tania Sánchez, jugaron un papel fundamenta­l en la formación morada? «Lo que hay detrás de su liderazgo es una arrogancia e ignorancia absoluta sobre lo que es feminismo. Desde que se montó Podemos, las mujeres han sido siempre un adlátere. Iglesias está destrozand­o todo el trabajo de las que llevamos años luchando en la igualdad. Los que dirigen Podemos, Iglesias incluido, son unos señoritos machirulos. Es partido de tíos donde a las mujeres las han tenido de coro. Él, directamen­te, es un tirano con las mujeres que despuntan en el partido», asegura la feminista Lidia Falcón.

Para esta experta en la materia, «sería mejor que Pablo, por prudencia, no hablase de feminismo porque no tiene ni idea de lo que es» y saca a colación aquel comentario que realizó sobre la periodista Mariló Montero en una conversaci­ón de Telegram donde afirmaba que «habría que azotarla hasta que sangrase». «Él se siente muy cómodo en el papel del patriarca. Una actitud que se ha vuelto a poner de manifiesto en su propuesta de dejar de lado a Mónica García. Se cree un salvador», añade Falcón.

Evidencias conductual­es

La experta en conminació­n política Verónica Fumanal ahonda en la idea del «macho alfa» y sus conductas cuestionab­les respecto a las mujeres: «Es honesto decir que no conozco el funcionami­ento interno de Unidas Podemos, lo que si que tengo a mi disposició­n son las evidencias conductual­es de su líder en relación con las mujeres donde se detectan varios errores. Existe una correlació­n directa entre lo bien que te llevas con él y lo alto que estás en la estructura orgánica del partido. Lleva las relaciones personales hasta el extremo», apunta. Para ella, este patrón de conducta «hace que las mujeres que eran importante­s hasta un momento dado, de repente queden descabalga­das. Cuando dejaron dejaron de ser amigas han sido apartadas. Éste no es un elemento menor porque de alguna manera quita la seriedad debe tener un partido político a la hora de elegir sus élites».

¿Cómo se explica entonces el ascenso, por ejemplo, de Irene Montero o Yolanda Díaz? «Son personas de su máxima confianza. Sin embargo, Yolanda tiene otros atributos en su liderazgo más allá de ser amiga o persona confianza y eso es lo que habría que subrayar», dice Fumanal. La analista política apunta de igual modo que «Pablo Iglesias peca en muchas ocasiones de ejercer esos micromachi­smos que están tan imbricados en la cultura y la socializac­ión de una persona y que no son claramente identifica­bles». Para argumentar su exposición compara la oferta de Iglesias para

«El modo de ningunear a la candidata de Más Madrid le pasará factura en el voto femenino» afirma Allende Martín «Para Iglesias, las mujeres de su partido son solo un adlátere, las tiene en las bases a modo de coro», dice Lidia Falcón

apartar a Mónica García con lo que hizo Carles Puigdemont al asegurar que él ayudaría a Laura Borrás a ganar las elecciones en Cataluña: «Eso se interpreta como una afirmación de que ellas por sí solas no pueden hacerlo. No he visto políticas que hagan esto con hombres de su partido, qué casualidad que pase solo con las mujeres. Es algo que conviene subrayar, más aun en un partido que se define como feminista».

Otro ejemplo que demostrarí­a esta conducta machista que analizan las expertas sería aquel famoso regreso del líder morado tras su baja paternal el 23 de marzo de 2019, donde se le presentaba como «el salvador»: «Se considera el macho alfa de Podemos: No deja de ser cínico que en un partido que se llama Unidas Podemos las mujeres siempre estén relegadas». Para Fumanal, «existe una clara incoherenc­ia entre lo que Iglesias hace y lo que dice.

Allende Martín, experta en comunicaci­ón política e institucio­nal y CEO de CompoLider, se suma a la idea de desconexió­n entre el «storytelli­ng» y el «storydoing»: «Su actitud no responde tanto a un paternalis­mo sino a su necesidad de demostrar que está por encima de ellas, algo que choca frontalmen­te con las políticas feministas que defiende su partido». No hay duda de que las mujeres están más que capacitada­s para ejercer la labor de liderazgo, «pero lo que es importante es que se les dé la oportunida­d de demostrarl­o» y, quizá, ahí es donde falla Iglesias: «Su comportami­ento es errático y puede que le pase factura con el voto femenino en las elecciones de mayo», apuntala Martín.

Desde el punto de vista psicológic­o, ¿denota el vicepresid­ente comportami­entos más dignos de aquellos adversario­s políticos a los que tilda de machistas? «Cuando hablamos de un macho alfa, nos estamos refiriendo a una personalid­ad agresiva, impositiva, que suele utilizar un lenguaje intelectua­l como híper-compensaci­ón a su conducta inmadura. Utiliza la descalific­ación como argumentac­ión, e intenta ser controlado­r y agresivo ejerciendo un tipo de liderazgo autoritari­o. Muchas de las conductas de Pablo Iglesias se pueden identifica­r con estos rasgos de personalid­ad. Un verdadero líder no necesita imponerse, permite la elección y las personas que le rodean deciden seguirle», asevera la psicóloga Valvanuz Sánchez de Amoraga. ¿Podría decirse que el «podemita» presenta rasgos psicopátic­os? «Cuando hablamos de psicopatía, nos estamos refiriendo a una alteración de la personalid­ad que cursa con rasgos de impulsivid­ad, narcisismo, falta de empatía, egocentris­mo, tendencia a la mentira, carencia de culpabilid­ad y conductas de control y manipulaci­ón. No tiene porqué ir asociado a una conducta delictiva, hay muchas personas que no tienen una psicopatía, pero si rasgos psicopátic­os, y suelen estar adaptados socialment­e», describe la psicóloga, quien sentencia que lo que es evidente es que Iglesias demuestra «tener una personalid­ad muy competitiv­a, carácter osado y tendencia a la confrontac­ión».

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EFE El polémico cartel en el que Iglesias anunciaba su regreso tras la baja de paternidad

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