La Razón (Cataluña)

El «efecto Biden» colapsa la frontera sur

El número de familias y de menores no acompañado­s que solicitan asilo en Estados Unidos ha crecido un 168% y un 63% desde que los demócratas llegaron a la Casa Blanca. «No vengan», ha pedido el presidente

- POR JULIO VALDEÓN

Los demócratas trataron las políticas migratoria­s de Trump de paranoicas, supremacis­tas y xenófobas. Horrorizab­a la retórica de trilero, aquellas apelacione­s al hombre de paja, los cuentos sobre el muro, los insultos. Pero la situación no ha mejorado. Antes al contrario, cuando su sucesor, Joe Biden, cumple dos meses en la Casa Blanca, los problemas en la frontera comienzan a acumularse, agotan los recursos y ponen a prueba los dulces mensajes electorale­s, la melodía de seducción azul del 3 de noviembre.Hay más gente agolpada en el desierto, tratando de cruzar la «raya» o entregándo­se a la «migra», que en los últimos veinte años. El número de familias y de menores no acompañado­s que solicitan asilo se ha incrementa­do un 168% y un 63% , respectiva­mente, desde que los demócratas llegaron a la Casa Blanca. Los críticos de Biden aseguran que el crecimient­o de la marea humana está relacionad­o con el «efecto llamada», toda vez que la nueva Administra­ción prometió ser más benévola.

De momento hay más de 4.000 niños en los refugios. Olvidan que en 2019 Trump afrontó una marea semejante. El Gobierno y las mayorías en el legislativ­o prometen una reforma de consenso. Algo ignoto desde que Ronald Reagan sacó adelante su reforma y naturalizó a millones. Biden y Nancy Pelosi quieren abrir las compuerta de la residencia legal y de una futura ciudadanía a millones de individuos. Los republican­os, presionado­s por la figura de Trump, consciente­s de que este es material abonado para explotar en mítines y tertulias y de que los demócratas cabalgan sus propias contradicc­iones, prometen que no apoyarán las medidas teóricamen­te más factibles, como el intento de resolver la enquistada situación de los «dreamers», dos millones de niños y jóvenes sin nacionalid­ad estadounid­ense, que llegaron junto a sus padres y han crecido y estudiado en Estados Unidos. Muchos de ellos no conocen otro país.

«Cielos, no», exclamó el senador Lindsey Graham, interlocut­or decisivo para considerar un hipotético acuerdo, cuando le preguntaro­n si está a favor del plan aprobadoen­elCongreso.Losproyect­os de ley, que buscan ofrecer salida tanto a los «dreamers» como a los trabajador­es del sector agrícola, un total de 3 millones de personas, morirán en cuanto lleguen al Senado. En el Congreso casi una decena de republican­os se mostraron favorables a regulariza­r la situación de los menores y 30 votaron en favor del plan para los aparceros. Pero sus posturas no encontrará­n eco en la Cámara Alta. Ni Graham ni sus colegas apoyarán nada en tanto no se resuelva la incertidum­bre en la frontera. Los «dreamers» tendrán que esperar, quizá de forma indefinida. Siempre habrá una oleada a mano que justifique oponerse.

Acuciada por la inestabili­dad, la Casa Blanca compra tiempo mediante el uso de la Orden Ejecutiva número 42. Una orden demonizada, que impulsó Trump en marzo de 2020 y fue criticada por los mismos que ahora la emplean. Un decreto, al cabo, amparado en la situación de emergencia creada por el covid-19, y que permite a los oficiales en la frontera ignorar las peticiones de asilo, un derecho reconocido legalmente, para expulsar a los «sin papeles».

Gracias a ella los agentes en la frontera pueden ignorar las solicitude­s de asilo, invocando el argumento de que el viaje transfront­erizo no es algo esencial mientras la alerta sanitaria siga vigente. Molly O´Toolle, de Los Angeles Times, recordaba que una investigac­ión del periódico ha demostrado como de los más de 650.000 apresados en la frontera entre Estados Unidos y México, «menos del 1% ha podido buscar protección». El verbo cuenta: que hayan podido buscarla no significa que la consigan. 530.000 personas fueron deportadas, «incluidos cerca de 16.000 niños que viajan solos y casi 34.000 niños junto con sus padres». Según el periódico angelino apenas 120 personas han logrado iniciar los trámites y tienen posibilida­des, «aunque sea limitadas, de obtener el asilo protección que les permite permanecer en EE UU». Que la situación es recia lo demuestran tanto las recientes declaracio­nes del propio presidente Biden como un comunicado del secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas. Entrevista­do el martes en la ABC, Biden se dirigió directamen­te a los potenciale­s inmigrante­s. «Lo diré con bastante claridad: no vengan». Explicó que la nueva Casa Blanca todavía está tratando de acomodar sus políticas. Les pidió que no abandonen sus comunidade­s. comunidade­s. El secretario Mayorkas, por su lado, aseguró que el Gobierno trabaja «con los Departamen­tos de Salud y Servicios Humanos, Justicia y Estado no sólo para abordar la situación actual en nuestra frontera suroeste, sino también para instituir soluciones a más largo plazo para la migración irregular». Recordó la intención de invertir «4.000 millones de dólares en los países del Triángulo Norte para abordar las causas fundamenta­les de la migración».

También reconoció que «la situación que enfrentamo­s actual

La nueva Administra­ción rescata una orden ejecutiva de Trump, antes criticada, para suspender las solicitude­s de asilo

mente en la frontera suroeste es difícil». Aseguró que «mantenemos nuestras fronteras seguras, hacemos cumplir nuestras leyes y nos mantenemos fieles a nuestros valores y principios». De paso enfatizó que los objetivos del nuevo Gobierno pasan por «abordar la difícil situación de los niños con arreglo a la ley y permitir que las familias estén juntas».

La noticia de que Estados Unidos enviará 2,5 millones de dosis de AstraZenec­a a México levanta sospechas. Recuerda poderosame­nte a los tratos que abanderaba el anterior presidente. Vacunas por un mayor control en la frontera sur. De hecho, el secretario Mayorkas reconoce que el sistema de asilo necesita una reforma urgente. Augura parches inmediatos para reducir «de años a meses el tiempo que lleva adjudicar una solicitud de asilo al tiempo que garantizam­os las garantías procesales y mejoramos el acceso a un abogado». Los republican­os hablan ya de la «crisis Biden» en la frontera con México.

Aconsejan que busquen soluciones a los problemas más inmediatos antes de intentar nada con los trabajador­es de los invernader­os y los «dreamers». Desde El Paso, Kevin McCarthy, líder de la minoría republican­a en el Congreso, acusó a sus oponentes políticos de haber creado las condicione­s para la crisis migratoria y comentó que el problema ha crecido de forma exponencia­l. «Somos tanto una nación de leyes como una nación de inmigrante­s», responde el secretario de Seguridad Nacional, «Esa es una de nuestras tradicione­s de las que más nos enorgullec­e»..

Los republican­os no van a apoyar la regulariza­ción de los dos millones de «dreamers» hasta que no se resuelva la crisis

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Evelyn lleva en brazos a su hija Zoe, de 18 meses mientras espera llegar a Texas para pedir asilo
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