Mujer frente a mujer, duelo de «vices»
Nadia Calviño y Yolanda Díaz, ambas gallegas y vicepresidentas, representan dos concepciones políticoeconómicas antagónicas y, aunque mantengan las formas, saltarán chispas, trasciendan más o menos las discrepancias
EdwardEdward Lorenz (1917-2008), matemático y meteorólogo americano, esbozó la «Teoría del Caos», condensada en el celebrado «efecto mariposa». La tesis, en trazos gruesos, como explicaba la revista «National Geographic», se puede resumir en que «algo tan complejo como el universo –un sistema caótico flexible– es impredecible». Iván Redondo, el protoasesor de Pedro Sánchez, quizá no sea un experto en la materia, pero sí conoce las líneas generales de esa teoría igual que el presidente. Sin embargo, ninguno de los dos imaginó que la chapuza puesta en marcha en Murcia por los líderes locales del socialismo, Diego Conesa, y de Ciudadanos, Ana Martínez Vidal, iba a desencadenar tantas consecuencias imprevistas en el escenario político español, que también podría definirse como «sistema caótico flexible» y, por supuesto, impredecible, con las reacciones de Isabel Díaz Ayuso y Pablo Iglesias, rematadas, por ahora, con un próximo cambio de Gobierno en diferido en el que, mujer frente a mujer, dos gallegas tendrán en sus manos el futuro de la economía y el empleo españoles.
Iglesias pretendía que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Fene, La Coruña, 1971), heredara su vicepresidencia segunda. Sánchez, molesto con el líder morado, no quiso ceder y, además, aprovechó para hacer guiño a esa Unión Europea que ha prometido 140.000 millones de euros y ascender a Nadia Calviño (La Coruña, 1968) a vicepresidenta segunda. Es poco más que un asunto nominalista, pero intenta transmitir un mensaje de firmeza ante sus socios de coalición y de una mínima ortodoxia económica. A partir de ahí, la convivencia entre Calviño y Díaz, aunque más amable en las formas que si estuviera por medio Iglesias, generará chispas, sin olvidar que la nueva «vice» nunca ocultó, antes de ser ministra, claro, que Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno, es una persona «muy difícil» .
Yolanda Díaz, hija del sindicalista Suso Díaz, secretario general en su día de CC OO en Galicia, presume de militancia comunista y de sus recuerdos de cómo conoció a Santiago Carrillo de muy niña en casa de su padre. Tan correcta en las formas como firme y dura en sus posiciones, ha semiseducido a bastantes empresarios que alaban su teórico talante dialogante. El choque con la realidad del ministerio de Trabajo, efectos de la pandemia en el paro incluidos, ha atemperado sus ímpetus, pero mantiene sus objetivos, entre los que destacan derogar todo lo posible la reforma laboral y subir cada vez más el salario mínimo.
La experiencia le ha enseñado también a ser paciente, porque poco antes de llegar al Consejo de Ministros decía bien alto: «Si yo estuviera en el Gobierno, me daría igual lo que dijeran el Fondo Monetario Internacional o la Unión Europea». Es probable que ahora no lo repitiera en los mismos términos, pero eso es justo lo que Sánchez quiere evitar y una de las tareas de Nadia Calviño. La economía española necesita generar confianza internacional y aunque Yolanda Díaz ya ha mostrado su mejor y más conciliadora cara en Bruselas, sus intenciones declaradas generan muchas suspicacias. La deuda pública ha alcanzado un nuevo récord de 1,31 billones de euros y España necesita ofrecer una imagen de solvencia. Al mismo tiempo, azuzados por la ministra, empresarios y sindicatos han retomado los contactos para abordar la contra-reforma laboral, algo en lo que Díaz, partidaria de una derogación lo más amplia posible y con bastantes líneas rojas, siempre ha chocado con Calviño, defensora de una revisión poco más que cosmética.
Son dos concepciones políticoeconómicas antagónicas, una comunista, más o menos posibilista, y excepción en un Gobierno europeo, y otra socialdemócrata, más o menos liberal, pero homologable a las vigentes en varios países de la Unión Europea. Sánchez, que nunca da una puntada sin hilo e Iván Redondo todavía menos, le da dado más galones a Nadia Calviño. Es posible que todo sea más fácil sin Iglesias en el Gobierno, pero Yolanda Díaz, eso sí, con buena cara y mejores maneras, no cederá con facilidad. Dos gallegas, mujer frente a mujer, en la España «caótica y flexible» y por eso impredecible como los efectos del aleteo de una mariposa o de una moción de censura chapucera en Murcia.
La ministra de Trabajo combina buenas maneras y talante dialogante con firmeza y dureza en sus posiciones»