La Razón (Cataluña)

El cuarto plebliscit­o a Netanyahu

Israel celebra mañana las cuartas elecciones anticipada­s en dos años con el «premier» como favorito gracias a la exitosa campaña de vacunación pero se queda todavía lejos de la mayoría y se asoma de nuevo el bloqueo

- Ofer Laszewicki Rubin -

Los israelíes respiran un ambiente de apatía, enfado y agotamient­o por la incapacida­d de sus líderes políticos de pactar

Ni el virus que sacudió al mundo revirtió la enquistada rutina en Israel: la convocator­ia en bucle de elecciones generales anticipada­s. El este martes día 23 se celebrará la cuarta cita electoral en dos años, en un ambiente de apatía, enfado y agotamient­o. En las ediciones digitales de los medios de comunicaci­ón hebreos, la pestaña de «elecciones» se ha convertido en un apartado fijo. Los estrategas políticos se estrujan el cerebro para reciclar aborrecido­s eslóganes como «cambio», «esperanza» o «unidad», mientras el público está ansioso por reconstrui­r sus vidas pos pandémicas. Todo va de lo mismo: «Bibi (Netanyahu) sí, o Bibi no».

A la entrada del pasado Sabbat (día de descanso), los transeúnte­s abarrotaba­n el popular mercado de Levinsky, al sur de Tel Aviv. Una joven cantante amenizaba la mañana soleada con potentes ritmos soul, y la gente andaba ya menos preocupada por colocarse adecuadame­nte la mascarilla o evitar las aglomeraci­ones. El sonoro retumbar de las raquetas de matkot (tenis playa) colmaba el litoral, en cuyas arenas no cabía un alfiler.

Israel lidera el índice de vacunación por cápita: de los elegibles para vacunarse, apenas falta inyectar a un millón de personas. De nueve millones de habitantes, la mitad ya recibió ambas dosis. Como resultado, en las últimas semanas se activó la gradual reapertura del país bajo el plan del «pase verde», que permite a los inmunizado­s acceder a restaurant­es, museos, gimnasios o eventos eventos culturales. Esta vez, sin el pánico de volver a empeorar: el porcentaje de test positivos de ayer fue tan solo de un 1,9%, y la cifra de enfermos críticos sigue en descenso.

«Vuelta a la vida», reza el eslogan de campaña del Likud con un sonriente retrato del «premier» Benjamín Netanyahu. La semana pasada, el CEO de Pfizer, Albert Bourla, reconoció estar «francament­e impresiona­do con la obsesión de vuestro primer ministro». Persuadió a la farmacéuti­ca de que Israel –territorio pequeño,

con robusto sistema sanitario y eficaz acceso al historial de los pacientes-, era el campo de pruebas ideal para testear las vacunas. «Me llamó hasta en 30 ocasiones», reconoció.

En su habitual mensaje semanal en redes, «Bibi» añadió otro ítem: «dicen que era obsesivo con las vacunas, y es cierto. Pero debo añadir que también soy obsesivo con nuestra economía. Lamentable­mente, no pude ejecutar mis planes por el acuerdo de rotación». El «Gobierno de unidad» formado tras los terceros comicios (marzo de 2020) junto al ex jefe del Ejército, el general Benny Gantz, que fue nombrado «primer ministro alterno», establecía que éste asumiera el cargo el próximo noviembre. Pero el funcionami­ento del Ejecutivo estuvo marcado por la bronca y la desconfian­za. A finales de año se dinamitó la coalición, tras las reiteradas acusacione­s de Bibi Netanyahu a sus socios de Azul y Blanco de no querer aprobar los presupuest­os estatales.

Gantz en horas bajas

La «coalición de los generales» de Gantz quedó hecha añicos. Sus diputados han huido en estampida, y sus electores –que le llegaron a impulsar a la victoria en la segunda vuelta–, no le perdonan la «traición» de su promesa esencial: las cuentas le cuadraban para formar un bloque alternativ­o, con el apoyo externo de la Lista Árabe Unificada. Ahora, el ex general, hundido en los sondeos, está sudando la gota gorda para intentar sobrepasar el porcentaje de voto mínimo.

Mientras se suceden elecciones, híper infladas coalicione­s y ejecutivos de transición, sigue en marcha el proceso judicial que inculpa a Netanyahu en tres causas por soborno, fraude y abuso de confianza, con el runrún sobre la voluntad del primer ministro hebreo de afianzarse en el poder para impulsar una ley que le otorgue inmunidad judicial. Sin olvidar el cataclismo económico: a finales de enero, la tasa de desempleo era de un 19,1% (más de 800.000 personas), cuando antes del coronaviru­s se mantenía estable en torno al 4%.

En el amplio menú de candidatos que se alzan como garante para reemplazar al líder del Likud, ninguno logra aglutinar el empuje que tuvo Gantz. Frente a un Netanyahu que mantiene su habitual solidez en las encuestas –en torno a los 30 escaños en una Knesset de 120–, quien se le aproxima de lejos en segundo lugar (19) es el centrista Yair Lapid, líder de Yesh Atid. Pero el bloque de centroizqu­ierda, con un reavivado Avodá (laborismo) de la mano de la nueva líder Merav Michaeli, sigue renqueante. La diputada laborista tomó las riendas del partido hace dos meses.

Socios a la derecha

La amalgama se amplía con otros dos aspirantes derechista­s, Naftali Bennet (Yamina) y Gideon Sa’ar (Tikvá Jadashá), que con apenas 10 escaños cada uno se autoprocla­man aspirantes a «premier». Ideológica­mente más a la derecha que el propio Netanyahu (Sa’ar se escindió del Likud tras perder las primarias internas, y Bennet fue estrecho colaborado­r y ministro de Netanyahu), conformar un bloque alternativ­o parece una quimera, ya que deberían aunar fuerzas hasta con la izquierda pacifista de Meretz, si logra entrar al parlamento. Ahora, Netanyahu no tiene un rival directo a batir, a quien calumniar con acusacione­s como «los iraníes espían su smartphone», o los gigantesco­s carteles que retrataban a Gantz junto al parlamenta­rio árabe Ayman Odeh, acusándolo de querer gobernar con «quienes apoyan el terror». El bloque leal a Netanyahu, que no llegaría a la necesaria cifra de 61 asientos, incluye a las dos facciones ultraortod­oxas y a la extrema derecha del sionismo religioso. En sus filas concurre el supremacis­ta Itamar Ben Gvir, en cuyo hogar colgaba un retrato en honor a Baruch Goldstein, el extremista judío que mató a 29 palestinos en Hebrón (1994).Lapid, cuyo lema gira entorno a devolver la «cordura» al Estado judío, acusó al premier de querer levantar «un gobierno religioso extremista, con gente que odia a las mujeres, homosexual­es y minorías. Que arrasará el sistema judicial, empeorará los vínculos con EE UU e impulsará a nuestros hijos a huir».

 ??  ?? Un seguidor del actual primer ministro israelí y líder del Likud que parte como favorito aunque no despeja la incógnita del bloqueo político
Un seguidor del actual primer ministro israelí y líder del Likud que parte como favorito aunque no despeja la incógnita del bloqueo político
 ?? REUTERS ??
REUTERS

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain