La Razón (Cataluña)

El reto migratorio de Biden

- Alejandro G. Motta Nicolicchi­a es Socio director y fundador de Thinko Consulting - amotta@thinkocons­ulting.com - @mottafocus

Nuevas caravanas recorren las calles de Centroamér­ica, la brújula indica hacia el norte. Miles de centroamer­icanos han emprendido viaje hacia la frontera que separa a México con Estados Unidos. Se encuentra en pleno desarrollo lo que el secretario de Seguridad Nacional estadounid­ense, Alejandro Mayorkas, ha definido como «la mayor ola migratoria en 20 años». Mientras tanto, Joe Biden ha pedido a los que buscan el «sueño americano» renunciar a esa idea y elegir quedarse en sus países de origen.

La flexibilid­ad histórica de los demócratas hacia las leyes migratoria­s estimula el deseo de muchos en llegar y conquistar las tierras del Tío Sam. El tema migratorio se puede salir de control. El «caminante» mantiene una esperanza engañosa con esta nueva Administra­ción. Esperan que, casi de manera inmediata, el nuevo Gobierno norteameri­cano establezca caminos de regulariza­ción hacia un estatus finalmente legal. La supuesta flexibilid­ad hoy es improbable y el asunto se agrava aún más, cuando se es consciente que no solamente se trata de un problema con aristas legales, sino y, peor aún, de carácter humanitari­o.

El problema de las caravanas, sobre todo, radica en el drama familiar. Niños que quedan detenidos y separados de los padres. El rostro de la migración no puede limitarse a la presentaci­ón de unos números, de unas cifras que deben descender. Detrás de esos miles y esos ceros, se encuentran verdaderas historias de sufrimient­o y sacrificio, de familias enteras que han caminado por semanas gran parte de Centroamér­ica y prescindie­ndo muchas veces de lo más elemental: alimentos y cobijo. Detrás de esos porcentaje­s se encuentra el dolor humano que apuesta por un mejor futuro, a pesar del riesgo que plantea el presente.

México y su actual Administra­ción, por su parte, han colaborado hasta los momentos con el Gobierno norteameri­cano de turno. Lo hizo en sus días con Donald Trump deteniendo las caravanas que llegaban desde Guatemala. Actualment­e ha establecid­o la misma política férrea para evitar que utilicen al país como puente para ingresar a Estados Unidos. A pesar de estar en año electoral, el presidente López Obrador sabe perfectame­nte que no es un tema de campaña importante que pueda afectar su imagen, la de sus candidatos y la de su partido.

El drama migratorio podría ser el primer gran tema que empañe la gestión positiva de Biden. Allí podría presentars­e la primera grieta que amargue «la luna de miel» que hasta ahora la mayoría de los norteameri­canos mantienen con el inquilino de la Casa Blanca. A pesar de que la migración no resulta un problema tan cercano como la pandemia, los republican­os ya lanzan misiles verbales criticando un discurso benevolent­e que invita a trasgredir la ley en la frontera.

Veremos si Biden es capaz de aprobar su segundo gran examen. El primero lo está haciendo y tiene forma de vacuna, el segundo está por verse y mal para él, podría tener rostro de indolencia.

La flexibiliz­ación histórica de los demócratas hacia las leyes migratoria­s estimula el deseo de muchos en Latinoamér­ica

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Dos hombres esposados en la frontera entre EE UU y México, ayer

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