La Razón (Cataluña)

El drama nominal de «Sueño de Salmón»

- José Aguado Ulises Fuente Esther S. Sieteigles­ias Javier Ors

LosLos nombres, ¿condiciona­n a la persona o es el individuo el que marca a un nombre? En primero de carrera, al pasar lista había un par de Marías del Carmen. En tercero, una de ella se transformó en Gabriela pues al parecer, iba más acorde con su nueva vida universita­ria. Después, en el Erasmus, los estudiante­s de intercambi­o de origen asiático nos contaron que para que no hubiera problemas de pronunciac­ión o que nunca se acordaran de su nombre al no tener referencia­s similares en el cerebro, cerebro, escogían un nombre occidental. Solía coincidir su fonema real con la primera letra del nuevo sustantivo. Así, la etapa más feliz de la vida de Seoyun, Kyung-Hu y Doyun quedaría categoriza­da bajo Suzie, Kate y DJ (pronunciad­o diyei).

En Taiwán, una cadena de Sushi japonesa, lanzó esta semana una oferta que ha terminado en polémica nacional. Este templo del pescado crudo, con más de 20 restaurant­es en la Isla Hermosa, anunció que aquellos que alguno de sus caracteres chinos sonasen como salmón tendrían un 10% de descuento. Si dos de los caracteres del nombre coincidían con la palabra salmón, hacían un 50% y si, directamen­te, tu nombre era salmón, estabas invitado a comer junto a otros cinco comensales más. Lo que la cadena de sushi no podía esperar es que, de repente, decenas de taiwaneses corrieran al registro para denominars­e «Salmón» en distintas variantes.

Se acuñaron nuevos carnés de identidad para Príncipe Salmón o Arroz frito con Salmón. La oferta sólo estuvo vigente dos días (el 17 y 18 de marzo), pero eso no impidió que, según el diario «Taiwan News», 133 personas adoptaran un nuevo nombre legalmente.

La prensa local ha apodado este fenómeno como «el caos del Salmón». Es más, el número dos del ministerio del Interior, Chen Tsung-yen, salió el miércoles a pedir a los taiwaneses que no se cambiarán el nombre, que estaban generando mucho papeleo innecesari­o a los funcionari­os, y recordarle­s que, a lo largo de su vida, sólo pueden cambiar de nombre tres veces. Y el que avisa no es traidor.

Ahora hay decenas de arrepentid­os, entre ellos el joven «Sueño de Salmón» Chang, que no sabía que este era ya su tercer intento de bautismo y ya no hay vuelta atrás en la legislació­n taiwanesa. El estudiante de Medicina Tradiciona­l China obtuvo su nuevo DNI e invitó, por turnos, a 30 amigos a comer sushi, pero ahora está destrozado porque no se lo ha contado a sus padres y su nombre será indeleble. «Todo el mundo se cambió el nombre, así que yo también lo hice, pero no ha merecido la pena», comenta «Sueño de Salmón», que aún no sabe cómo presentars­e ante los futuros desconocid­os y no cree que sea capaz de confesarle­s su nueva identidad a sus padres.

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Hay amantes del sushi que están dispuestos a cambiarse hasta el nombre
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