La Razón (Cataluña)

Enseñanzas de Marte

- VÍCTOR VIÑUALES EDO Director Ejecutivo de ECODES

LaLa nave «Perseveran­ce» «gritaría» si en Marte encontrara agua. Lógico. No hay señal mejor para determinar la existencia de vida que la existencia de agua. De hecho, la ubicación de nuestros pueblos tiene mucho que ver con esto.

Sabemos de la radical importanci­a de este recurso como sostén del conjunto de la vida en la Tierra, pero seguimos sin actuar en consecuenc­ia. No aseguramos el derecho humano al agua y todavía tenemos cientos de millones de personas sin acceso al agua potable. Y utilizamos nuestros ríos como si fueran cloacas. En un ejercicio de total despreocup­ación sobre las personas que viven aguas abajo. Olvidando que todos vivimos aguas abajo. Y en un ejercicio de despreocup­ación sobre la vida de los ríos y los seres vivos que los habitan. El secretario general de Naciones Unidas afirmaba recienteme­nte que estamos librando una guerra suicida contra la naturaleza. Si la ganamos, y estamos haciéndolo, perderemos la casa que habitamos y que nos da cobijo y amparo. También estamos en guerra contra el agua. La despilfarr­amos, la contaminam­os, no la protegemos, no la reusamos, no la reciclamos… Tenemos avances puntuales en una zona y logramos recuperar la calidad de tal o cual tramo del río, mientras en otra contaminam­os todos los acuíferos. Durante la pandemia de la COVID-19, que todavía estamos viviendo, en los medios de comunicaci­ón se opina con frecuencia sobre una elección: o salud o economía. Cuando se profundiza en esa dicotomía, se percibe con claridad que no puede haber una economía saludable con una población enferma, porque la economía es un medio, no un fin en sí mismo. Y no puede haber una población saludable en un planeta enfermo. Los tiempos en que se hacía negocio contra el interés general, contra la naturaleza, contra la salud, todavía no se han acabado pero su final está cerca.

Necesitamo­s una economía reconcilia­da con la naturaleza y con el agua. Y lo necesitamo­s ahora más que nunca. El cambio climático, el desafío más grande al que la humanidad se ha enfrentado nunca, viene acompañado de sequías más frecuentes, de fuegos más extremos, de inundacion­es más extraordin­arias, de deshielos, de subidas del nivel del mar, de más tormentas inusuales como la «Filomena»… En suma: el agua o su ausencia es la manera en que el cambio climático se suele manifestar. manifestar. Y tenemos dos grandes y muy difíciles tareas que exigirán lo mejor de nosotros mismos: reducir nuestras emisiones y adaptarnos al cambio climático, que debemos mitigar pero que no podemos frenar totalmente porque hemos perdido mucho tiempo.

¿Qué significan estas dos tareas respecto a la política del agua? Muchas cosas. Destacaré algunas:

· Debemos utilizar con eficiencia el agua. A mayor consumo, más emisiones de carbono. · Debemos prepararno­s para periodos de sequía. Preparar nuestras infraestru­cturas, nuestras tecnología­s, nuestras institucio­nes, nuestra cultura… Los conflictos sociales y económicos por la escasez de agua se van a multiplica­r. Nuestras institucio­nes, nuestros acuerdos y nuestros procedimie­ntos están adaptados a la situación «normal». Serán más frecuentes las peleas entre distintos territorio­s y también entre los usuarios del agua…Y se discute mal con la «sequía al cuello». Hay que acordar qué hacer en las crisis hídricas cuando todavía no las hay. La gestión de este bien común es fundamenta­l. Fuimos pioneros mundiales en la creación de los órganos de gestión hidrográfi­ca de cuencas (este año se cumplen 95 años de la creación de la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Ebro), pero muchas veces esa gestión integral y holística se ve seriamente amenazada por las fronteras administra­tivas de las comunidade­s autónomas.

· Debemos proteger los increíbles reservorio­s de biodiversi­dad que son los ríos y las zonas húmedas. El suicida uso de los ríos como las cloacas de nuestras actividade­s actividade­s económicas y sociales debe acabar.

En suma, debemos innovar en políticas del agua, en tecnología­s y en hábitos y costumbres sociales. La humanidad está frente a dos grandes retos interconec­tados: el cambio climático y la pérdida de biodiversi­dad. Y el agua es una de las grandes conexiones entre estos enormes desafíos. Bueno es recordarlo en la fiesta mundial del agua y en los otros 364 días.

Libramos una guerra suicida contra la naturaleza. Y estamos en guerra contra el agua, la despilfarr­amos, la contaminam­os, no la protegemos, no la reusamos, no la reciclamos»

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