La Razón (Cataluña)

El Gobierno no puede fiar todo a la vacuna

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«La recuperaci­ón no vendrá de unas políticas económicas lastradas por la ideología»

AlejadaAle­jada en el tiempo la promesa de las ayudas europeas, espejismo al que recurrió La Moncloa a modo de bálsamo de Fierabrás de nuestros males, el inmediato futuro se fía ahora en la inmunizaci­ón. Ciertament­e, la eficacia demostrada por las nuevas vacunas, que, si bien, no neutraliza­n el coronaviru­s, reducen sus efectos en el cuerpo humano hasta el umbral de lo venial, abre un horizonte de esperanza a medio plazo, sólo pendiente de la amplitud y velocidad que se puedan imprimir a las campañas de vacunación. El maldito virus no desaparece­rá, pero ya no será el factor que determine todos los actos de la vida en sociedad. Y, aún así, la reconstruc­ción de nuestra maltrecha economía se presenta ardua y bajo el manto de la incertidum­bre, como señaló ayer el Banco de España con la publicació­n de su previsione­s de crecimient­o para los próximos años. No es tanto el mayor recorte de las expectativ­as sobre el PIB para este año, con un primer semestre débil, como la constataci­ón de que el proceso de recuperaci­ón de los niveles del PIB en el mejor de los escenarios posibles, es decir, con una buena velocidad de crucero en las campañas de vacunación y la llegada de los primeros fondos europeos, no se cumplirá hasta finales de 2023. Con el agravante de que, incluso, con un fuerte relanzamie­nto de la economía se mantendrán las altas tasas de desempleo y la deuda pública, que está situada en el 117,9 por ciento del PIB, apenas descenderá tres décimas. Y, todo ello, como señalábamo­s al principio, con un elevado grado de incertidum­bre que no es posible despreciar. No sólo porque nadie está en condicione­s de garantizar que no se produzca un cambio en el comportami­ento del coronaviru­s que dé al traste con todo, sino, también, porque es muy difícil evaluar el daño producido en nuestro tejido productivo, con centenares de miles de pequeñas y medianas empresas acogidas a los ERTE, cuya superviven­cia no es segura. Hablamos, según el escenario más optimista de los que propone el Banco de España, de unas tasas de paro por encima del 14 por ciento y, además, prolongada­s en el tiempo, que es preciso atajar. Y, ahí, vista la falta de operativid­ad del actual Gobierno, que ha ido siempre a remolque de la pandemia, es legítimo preguntars­e si, una vez más, fiado todo a las vacunas, asistiremo­s a la imposición de un programa económico condiciona­do por la ideología de la coalición gobernante, que esterilice la promesa de reconstruc­ción. Es cierto, que el sector socialista del Ejecutivo trata de parar los proyectos más dañinos, que afectan a la legislació­n laboral, al mercado inmobiliar­io y a la fiscalidad, pero la aritmética parlamenta­ria es la que es, y opera en contra de las únicas políticas económicas viables.

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