La Razón (Cataluña)

Irene quiere sacar el paso de Rociíto en la procesión de los Siete Dolores

- Jesús Amilibia

Dijo Díaz Ayuso, la Juana de Arco de Chamberí, que Iglesias está acabado y que no le va a dedicar ni un minuto de su tiempo y Tamara Falcó apareció en «El hormiguero» lanza en ristre cual marquesa-escudero en auxilio de Ayuso, o sea, en plan no flaquees, querida, que aquí estoy yo para evitar que ese bandido te lleve al huerto del gulag. Y soltó el lema de su campaña por Isabel: «Podemos, en Madrid no te queremos». Así, a primera vista, no parece inspirado por el tito Vargas Llosa ni tan siquiera por el otro tito Julio Iglesias; parece más bien el lema de una chica de rosario diario recién salida de un retiro espiritual de las Nuevas Generacion­es del PP. Pero puede ser de una efectivida­d tremenda: a Pablo le aflige mucho que no le quieran, más ahora que está falto de los mimos erótico-festivos de su novia y ministra, según las lenguas de vecindona que los ven distanciad­os por culpa culpita de las cositas del poder. De momento, cuentan que su novia ha puesto en pie de guerra el ministerio de Igualdad para que sus comités de asesoras-niñeras y comités de expertos estudien rápidament­e la posibilida­d de incorporar a la Semana Santa el paso de «Rociíto la Flagelada» en la procesión (si llegara a celebrarse) de Los Siete Dolores o en la de Las Tres Caídas, a elegir. Esperan la comprensió­n y el correspond­iente permiso del presidente de la Conferenci­a Episcopal, monseñor

Juan José Omella. Una oportunida­d, dice la ministra podemita, que ha saltado sin vacilación y sin red de la pena de telediario a la pena de docudrama, para que la Iglesia muestre su fervorosa y firme apuesta contra la violencia de género, sobre todo cuando el maltrato procede de un tipo que un día lució tricornio. Inmerso en la serie «Rocío: contar la verdad para seguir viva» para ver qué se puede rascar por ahí, dicen que Pablo Iglesias investiga si existieron malos tratos psicológic­os en la relación de Ayuso con su peluquero cuando, según se rumorea, la presidenta le exigió enérgicame­nte un peinado como el de Yolanda Díaz, a lo que el estilista se negó alegando que él no hacía imitacione­s ni concesione­s al comunismo glamuroso de melena al viento.

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