La Razón (Cataluña)

«En el último año nos hemos asomado al abismo»

Presenta «El crac universal» y tres fechas en Madrid en abril

- Ulises Fuente -

RegresaReg­resa sin querer ni oír hablar de tocar en acústico: «No pienso hacer un concierto intimista y blandito por el hecho de que la gente tenga que estar sentada y llevar mascarilla», anuncia Coque Malla, que presenta mañana «El crac universal», un tema surgido de la fantasía con una vuelta a los buenos tiempos y que sirve de prolegómen­o a una (de momento) pequeña gira. Malla vuelve a los escenarios durante tres tardes (ahora se llevan las tardes en la música) seguidas en Madrid (23, 24 y 25 de abril, Teatro Rialto) y una más (5 de mayo, Teatro del Liceo) en Barcelona. «Será como si se tratase del WiZink Center», dice el músico.

–Su nuevo tema habla de holocausto holocausto nuclear y viaje interior, es decir, de 2020.

–Parte de ahí, sí, de un análisis onírico y poético de lo que nos ha ocurrido, luego la letra tiene un desarrollo. Y fantasea sobre lo que tiene que venir en el futuro y que todos deseamos: una explosión de libertad y de placer. Pero no digo que vaya a ocurrir, porque de Nostradamu­s tengo muy poco, sino que es lo que deseamos. Y uno se pregunta si, después de todo este dolor y sufrimient­o, vamos a ser capaces de construir algo con la experienci­a. La canción, de nuevo, no responde a eso, solo lanza la pregunta.

–Dice que cuando las lágrimas van al abismo interior dejan el hueco para que vuelva la felicidad.

–Creo que vamos a volver a ser felices y que podemos serlo ahora mismo, al menos, los que no hahabla yan sufrido grandes tragedias personales. Dentro de esta situación absurda de parálisis casi espiritual y anímica me encuentro bastante bien. Llevo un mesecillo con ilusión y ganas.

–¿Nos hemos vuelto un poco más fríos, nos hemos endurecido desde marzo de 2020? –En este último año nos hemos asomado al abismo, a algo bastante oscuro y tremendo. Y eso te toca, te deja huella, una herida. Hay un pasaje de la canción que de eso: si bailas con el diablo, tú no cambias al diablo, él te cambia a ti. Salimos de aquí diferentes, cambiados. ¿Exactament­e de qué manera? Pues hasta ahí no llega mi capacidad de análisis, pero nos hemos transforma­do. –Desde el comienzo de la pandemia hemos visto contradicc­iones y el permanente conflicto entre la economía y la salud. Ahora, de nuevo, acerca de los movimiento­s de personas dentro y la llegada de turistas... –Es duro y es extraño. Se generan muchísimas injusticia­s e incongruen­cias, y a los ciudadanos se nos hace difícil de entender. Los políticos y las administra­ciones deberían hacer un esfuerzo para explicar todo muy bien y no da la sensación de que estén en ello. –Están más pendientes de la moción de censura y de llegar a gobernar, pero no de hacer algo cuando gobiernan. –Exactament­e.

–¿Hay razones para ser positivos y optimistas? ¿Se puede buscar un lado bueno? –Pienso que se puede mantener una actitud de buscar belleza cuando las cosas todavía están siendo muy difíciles. Crear una actitud y que nos acordemos más adelante cuando se nos quite la nube negra de desesperan­za y de mal humor de encima. Que podamos valorar las cosas sencillas: la belleza, la salud y la nobleza. Pero antes debe quitarse la crispación y la tensión. Me parece que hay una esperanza de que salgamos renovados, pero no una certeza.

–Mejor no hacernos ilusiones con nada, ¿no?

–No, la verdad.. Es pronto para sacar conclusion­es acerca de cuál será el poso que va a dejar esto, si muy negativo o si positivo. Estamos todavía metidos en el lío y con el cuello apretado. –Vuelve a subirse a un escenario.

–El año pasado fue devastador para la cultura, aunque yo pude trabajar en formato acústico. Pero la situación nos ha afectado disgregand­o al equipo, que era una familia que habíamos armado con cariño; se estaba descomponi­endo. Ese es el efecto tremendo que ha dejado esto. Y duele. Por eso, volver a juntarnos es necesario para reconstrui­r lo que se ha roto.

–¿Cómo ha sido la situación laboral y profesiona­l? –Terrible, porque algunos de mis compañeros no han podido trabajar desde la pre-pandemia. Más de un año de desesperac­ión. Tenemos la vista puesta en volver a sentirnos músicos.

«Si bailas con el diablo, tú no le cambias, él te cambia a ti. Eso te deja huella, una herida, aunque todavía no sabemos cuál»

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JUAN PÉREZ-FAJARDO

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