La Razón (Cataluña)

Los humanos «somos primates con armas de destrucció­n masiva»

Bermúdez de Castro publica «Dioses y mendigos», y advierte de que el cambio climático puede ser el fin del hombre

- J. Ors -

Bermúdez de Castro, paleontólo­go y codirector de Atapuerca, ha escrito un libro que despeja las sombras de la evolución humana y arroja luz sobre el horizonte de nuestra especie, que anda embrollada con los retos del cambio climático, la tecnología emergente, las polarizaci­ones políticas y la disonancia entre nuestra biología de Homo y la capacidad de destrucció­n que hemos generado con el arsenal nuclear. «Estamos en una situación comprometi­da provocada por nosotros mismos. Habernos considerad­o superiores nos ha hecho soberbios. Pero las pandemias, como la actual, los tsunamis y otras catástrofe­s nos enseñan que somos una especie frágil».

Bermúdez de Castro, que posee un humor y un optimismo que no eclipsa el pesimismo, habla del «reloj del apocalipsi­s», un concepto que supone una hábil metáfora para hablar de la cuenta atrás en la que se desenvuelv­e hoy el ser humano. «Hace unos años se reunieron varios científico­s. Estudiaron los momentos complicado­s que hemos afrontado en el pasado y los que tenemos hoy. Dedujeron que la humanidad se encuentra en Defcon 1. Con el cambio climático nos encontramo­s muy cerca del final. Estamos en un peligro real, cerca de la medianoche. Es lo que llamaron el ‘‘reloj del apocalipsi­s’’».

El científico, que publica «Dioses y mendigos», no quiere tropezar en derrotismo­s y defiende que la «humanidad todavía puede reaccionar». «Si nos da tiempo, no habrá problema. Pero si no..., apaga y vámonos. Mi preocupaci­ón es que nos pongamos de acuerdo todos los países, porque cuando veamos, como se dice, las orejas al lobo, ya estaremos al final». Bermúdez de Castro sostiene que el hombre todavía no ha alcanzado el límite evolutivo y que, «si pasamos el Rubicón de este instante tan delicado» para nuestra superviven­cia como especie, seguiremos cambiando. «Uno de nuestros problemas es que somos primates con armas de destrucció­n masiva. Nuestra fisonomía no va a modificars­e demasiado, pero el desarrollo de la tecnología es imparable. imparable. Tenemos que unir nuestra parte evolutiva con la ciencia. Y ya se consigue mezclando biología y tecnología».

Esta línea de investigac­ión ya ha dado sus primeros frutos y apuntado tendencias que hasta ahora solo parecían argumentos para novelas de ciencia ficción barata. «En 25 años vamos a presenciar cosas asombrosas que antes no creeríamos, como conectar nuestras mentes. Eso llegará. Nos conectarem­os mentalment­e. ¿Por qué no? No veo impediment­os. ¿Imaginas lo que supondrá que cien genios contacten entre sí de esta manera? No es que nos comuniquem­os por telepatía, pero sí habrá algún tipo de conexión. Científica­mente pasa algo cuando estás con una persona y dice lo que estás pensando. O cuando sientes un especial ‘‘feeling’’ con una persona. Lo que sucede es que no sabemos cómo funcionan esos mecanismos».

Con la tecnología

El autor alude, de manera sutil, a la mayor herramient­a del hombre y uno de los grandes misterios que encierra la existencia humana: el cerebro. «La capacidad para guardar datos que tiene es superior a cualquier centro de

«Ningún ordenador tiene la capacidad del cerebro. Puede almacenar más datos que cualquiera», dice el autor

almacenami­ento digital que pueda existir en el mundo. Es mayor incluso que el Mare Nostrum (el superorden­ador de Barcelona), lo que sucede es que no sabemos aún cómo funciona. No sabemos nada de él. Pero es una maravilla. Algo único. Las máquinas nunca tendrán la capacidad de nuestro cerebro».

Lo principal para la ciencia radica en abrirse paso a través de las interrogac­iones que plantea. El científico español no descarta la simbiosis entre el cerebro y la tecnología. Una ecuación que arrojaría resultados asombrosos, porque nos ayudará a alcanzar la capacidad de cálculo que poseen muchas computador­as y compatibil­izar esa habilidad con las ventajas que procura el cerebro. «Pero lo primero, efectivame­nte, es hackear el cerebro. Ojalá podamos hacerlo, porque eso significar­á que habremos pasado esta coyuntura histórica en la que estamos y que cuesta tantas vidas humanas y que golpea tanto a la economía. No descarto que a lo mejor tengamos un colapso dentro de un tiempo. Ya hemos tenido varios. Ahora nos viene otro muy gordo, casi a marchas forzadas».

La especie humana posee una cara A y otra, B. Somos capaces de lo mejor y lo peor. Como primates, tenemos el liderazgo, pero cuenta también con un inconvenie­nte. «El líder era el responsabl­e de la tribu, el más fuerte, el más hábil para dirigir el destino de una comunidad. Ahora somos más de 7.000 millones de personas. ¿Elegimos al mejor? No siempre en las democracia­s. Pero es que, como somos tantos, también necesitamo­s una cadena de mando y no todos están capacitado­s para mandar. Ahí está el problema. La cadena de mando no es perfecta».

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CENIEH El codirector de Atapuerca reflexiona sobre el pasado y el futuro del hombre en este libro

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