La Razón (Cataluña)

Intolerabl­e discrimina­ción en Air Nostrum

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DosDos pasajeros que tenían su plaza confirmada en el vuelo que opera la compañía Air Nostrum, filial de Iberia, entre Madrid y Zurich fueron obligados a quedarse en tierra, tras sufrir una vil añagaza, cuando ya habían cumpliment­ado los trámites del embarque. La causa, inaceptabl­e desde cualquier punto de vista, es que ambos viajeros de desplazaba­n en silla de ruedas. Que el avión que cubría la ruta en cuestión, bautizado como «Emilio Serratosa», luzca el nombre en homenaje al empresario valenciano que fundó la compañía Air Nostrum sólo añade un tinte de sarcasmo al comportami­ento injustific­able de la tripulació­n, cuya máxima responsabi­lidad recae en el comandante del aparato, pero que alcanza a resto de los empleados, tanto en los servicios de tierra como en vuelo. Si cualquier discrimina­ción de una persona es reprobable, cuando esta se hace sobre quienes atraviesan problemas de salud, en este caso de limitacion­es a la movilidad. No estamos, por supuesto, ante un caso aislado, puesto que, desafortun­adamente, son muchas las sentencias judiciales que han condenado a diversas compañías aéreas por este tipo de actuacione­s, que no pueden ampararse en razones genéricas de seguridad. De hecho, los eurodiputa­dos de la Delegación de Ciudadanos en la Eurocámara, Jordi Cañas y Maite Pagaza, ya habían elevado en enero de 2020 a la Comisión Europea la reforma del reglamento de Aviación Civil con el objetivo de «garantizar los derechos de las personas con movilidad reducida ante las compañías aéreas». En estos casos, como el que nos ocupa, no sólo se produce un daño material a la persona injustamen­te tratada, por el trastorno que supone para el desarrollo normal de sus actividade­s, profesiona­les o de cualquier otro tipo, sino, también, un daño moral de difícil cuantifica­ción e imposible, a la postre, reparación. No es, pues, tolerable ni aceptable esa falta de considerac­ión por parte de unos trabajador­es que realizan una función de servicio público, en empresas que operan bajo concesione­s oficiales y que, en muchas ocasiones, reciben apoyo financiero de las arcas estatales. Si los directivos de Air Nostrum y de la compañía Iberia, bajo la que opera la empresa valenciana, no son capaces de trasladar a sus empleados algo tan esencial como el respeto debido a todas las personas, sin discrimina­ciones por razón alguna, cabe, legítimame­nte, poner en duda su capacidad. Porque este tipo de empleados, desde el comandante del vuelo al personal de tierra, deberían sufrir la correspond­iente sanción laboral, al menos, para que cambiara de una vez por todas cierta cultura los servicios públicos, que tratan a los usuarios como si fueran mera mercancía.

«No se debe aceptar el desprecio a los derechos de las personas con movilidad reducida»

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