La Razón (Cataluña)

Sin plan tras el estado de alarma En Moncloa creen que sin excepciona­lidad, el Consejo Interterri­torial podrá tomar medidas de obligado cumplimien­to

Después de un año de vigencia, el Gobierno no ha promovido la legislació­n alternativ­a a la que se comprometi­ó. Confían en no tener que prorrogarl­o y se escudan en que sean las comunidade­s las que pidan su mantenimie­nto

- Ainhoa Martínez -

A las puertas de la Semana Santa la situación epidemioló­gica de España comienza a lanzar señales claras de empeoramie­nto. Un «cambio de tendencia» que perciben ya en el Ministerio de Sanidad y que hace que no se descarte endurecer las restriccio­nes que están actualment­e en vigor. Desde el Gobierno se recuerda que «el virus no está derrotado» y que su «evolución dinámica» hace imposible trazar una hoja de ruta a medio plazo. Es, precisamen­te, en ese horizonte temporal en el que se ubica el fin de la vigencia del estado de alarma. El pasado mes de octubre se aprobó implantar la excepciona­lidad por un periodo de seis meses –revisable a los cuatro– hasta el próximo 9 de mayo. En Moncloa no se atreven todavía a hacer pronóstico­s –a un mes y medio vista– y apelan a la «prudencia». «La decisión se tomará en su momento», dicen.

En todo caso, aseguran que cualquier determinac­ión en este sentido se hará en base a criterios epidemiólo­gicos y en función de la evolución de la pandemia. «No nos temblará el pulso», advierten. En el Gobierno cuentan con que en el mes de mayo la campaña de vacunación haya despegado y vaya a velocidad de crucero. En sus previsione­s estaba que abril fuera un punto de inflexión en este sentido y que tuviera un impacto en la transmisió­n del virus. Sin embargo, esta semana se ha conocido que España no podrá contar con la vacuna monodosis de Janssen para frenar una eventual cuarta ola, porque recibirá los primeros viales a finales de abril y apenas serán 300.000 dosis, un refuerzo insuficien­te en el que se percibe como un nuevo momento crítico de la pandemia.

A esto se suma que el ambiente político tampoco será el más propicio para tomar decisiones sin interferen­cias externas. Cualquier determinac­ión sobre la prórroga o el levantamie­nto del estado de alarma se asumirá contaminad­a por la campaña electoral de las elecciones madrileñas del 4 de mayo. En este punto, en el Gobierno son cristalino­s y se parapetan en las comunidade­s autónomas. Como han venido

haciendo en los últimos meses de la gestión de la pandemia, fuentes gubernamen­tales aseguran que prorrogará­n el estado de alarma, si desde las regiones se les solicita mantener vigente un marco legal que les dote de las herramient­as para limitar derechos fundamenta­les, como es el caso de la libertad de movimiento­s que impera en los cierres perimetral­es y los toques de queda. Este apoyo autonómico garantizar­ía, además, el aval suficiente para sacar adelante una nueva votación en el Congreso de los Diputados. Algo que no es baladí.

Sin embargo, desde el Ejecutivo se trasladaba ayer la «confianza» de no tener que dilatar el estado de alarma más allá del 9 de mayo. En estos términos se expresó la vicepresid­enta primera del Gobierno, Carmen Calvo, en una entrevista en RNE en la que sí puntualizó que, para hacerlo, se tienen que dar «las condicione­s» epidemioló­gicas para ello. «Somos un Gobierno responsabl­e y preocupado que no ha escurrido el bulto», advertía sobre la posibilida­d de tener que tomar más medidas en el futuro. En Moncloa creen que, si se dan estas «condicione­s» para levantar el estado de alarma, el Consejo

Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) podrá seguir tomando decisiones de obligado cumplimien­to para todas las comunidade­s autónomas, porque esta potestad ha sido avalada recienteme­nte por el Tribunal Supremo.

En el Gobierno se aferran al auto emitido por el Alto Tribunal el pasado martes, rechazando la suspensión cautelar que había solicitado Vox del cierre perimetral de la Comunidad de Madrid, que se acordó en el Consejo Interterri­torial, para el Puente de San José y Semana Santa. «Es muy interesant­e porque esto significa que, a partir del 9 de mayo, podemos ir utilizando las acciones coordinada­s cuando se necesite, y tendrán que ser cumplidas obligatori­amente por todos, aunque no haya estado de alarma», aseguró Calvo. Sin embargo, el Supremo no se pronunció sobre el fondo del asunto y en la actualidad, las decisiones del Consejo Interterri­torial de Salud sí están bajo el paraguas del estado de alarma.

Sin legislació­n alternativ­a

De este modo, en Moncloa creen que el CISNS podrá seguir tomando decisiones de «obligado cumpliendo» para las comunidade­s autónomas sin que estas puedan oponerse a acatarlas, una vez levantada la excepciona­lidad. Un vacío legal que creen que se podría cubrir de este modo, dado que, tras más de un año de vigencia del estado de alarma, el Gobierno no ha promovido la legislació­n alternativ­a a la que se comprometi­ó. Fue concretame­nte la propia vicepresid­enta Calvo, la que, en una comparecen­cia en mayo de 2020 en el Senado, verbalizó la intención de alumbrar otra vía legal para no tener que recurrir a la excepciona­lidad ante futuros rebrotes. Tres olas después, sigue sin impulsarse, a pesar de contar con el favor de la mayoría de los partidos del arco parlamenta­rio para ello. De hecho, en todo este tiempo, desde el Ejecutivo se ha defendido vehementem­ente la «eficacia» del estado de alarma como «herramient­a constituci­onal» y garantista para limitar derechos, por lo que no está claro jurídicame­nte hasta qué punto se puede promover esta restricció­n equivalent­e a partir de un acuerdo del Consejo Interterri­torial y sin aval constituci­onal.

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