La Razón (Cataluña)

«Sí» estéril de la CUP a cambio de otro 1-O

Cierra filas con Aragonès frente a Junts y pone fecha a un nuevo embate: 2023

- Cristina Rubio -

Sin sorpresas de última hora y a diferencia del partido de Carles Puigdemont, la CUP se ha puesto esta vez al lado de Esquerra al avalar de forma interna el acuerdo alcanzado con los republican­os para la investidur­a de Pere Aragonès. Un «sí» de sus nueve diputados insuficien­te para el pleno de hoy a cambio de un pacto que califican «de mínimos» y que exigen incluir en cualquier alianza con Junts para dar el pistoletaz­o de salida a la legislatur­a y al Govern con una fecha marcada en el calendario ante el nuevo «embate» del independen­tismo: 2023.

«Hay elementos demasiado blandos. Esto no es un cheque en blanco, es un punto de partida, no un punto de llegada», advirtió ayer la diputada antisistem­a Eulàlia Reguant sobre su acuerdo con ERC. Un elemento de presión estéril hacia Junts, que molestó en el seno de la formación postconver­gente y más después de escuchar a los antisistem­a reclamando «responsabi­lidad» a Puigdemont tras pedir que cualquier alianza independen­tista incorpore «sí o sí» el preacuerdo bilateral suscrito entre ellos y ERC.

Sea como fuere, lo cierto es que el pacto entre republican­os y antisistem­a prevé una legislatur­a en «dos velocidade­s», término acuñado por la propia CUP: ofrece cierto margen a la vía de Esquerra con la mesa de diálogo con el Gobierno y da un plazo de dos años –hasta 2023, el teórico fin de la legislatur­a en el Congreso– antes de un nuevo «embate» «preferente­mente» en forma de referéndum. Es decir de un nuevo 1-O. También se garantizan los antisistem­a el mando de la legislatur­a y poder tumbar al president en dos años con una cuestión de confianza a cambio del apoyo a los presupuest­os de la Generalita­t.

Y aquí aparece uno de los aspectos del preacuerdo más alejado del ideario de Junts, partido que bebe de la herencia postconver­gente: un plan de choque social de largo alcance e intervenci­onista, que incluye puntos como la creación de una banca pública «a corto plazo» y la «remunicipa­lización» del agua o la energía; caminar hacia una sanidad cien por cien pública o implantar una renta básica de forma universal, además de suprimir e uso de las balas de foam por parte de los Mossos y revisar el modelo de seguridad.

¿Quiere decir esto que la CUP entraría en el Govern en caso de que Junts dé su brazo a torcer en los próximos días? La formación asegura que se trata de un preacuerdo de investidur­a, que «no tiene la profundida­d» que debería tener, que la posible participac­ión en un Ejecutivo aún «no se ha puesto encima de la mesa» y que sería un aspecto que el partido tendría que volver a debatir, sin negarse previament­e. De hecho, una de sus facciones ya lo ha pedido. Eso sí, a la espera de ver qué ocurre, la CUP avisa de que su intención es fiscalizar el cumplimien­to del pacto con comisiones creadas expresamen­te para la ocasión.

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