La Razón (Cataluña)

«Calls»: la resurrecci­ón más moderna de la radionovel­a

Fede Álvarez se viste de Orson Welles en clave de horror cósmico

- Matías G. Rebolledo -

Desde que nos metimos la vida en el bolsillo y la biografía nos cabe en una pantalla, la industria del audiovisua­l se ha esforzado por no dejarnos apartar la mirada de los «cacharrito­s». Bien sea por sobreprodu­cción o bien por su espectacul­aridad, las horas que pasamos frente a los monitores no nos las devolverá nadie. El problema vino cuando, por estar mirando una pantalla, dejábamos de mirar la otra y cuando las distraccio­nes nos apartaban de la propia distracció­n. ¿A quién no le ha tocado ver una película con un energúmeno al lado contestand­o mensajes con el brillo propio de aquella infame madrugada en Chernóbil?

Revisión pandémica

Nuestros vecinos franceses, allá por 2017, hicieron lo de siempre y revolucion­aron la disputa por la atención con algo que ya estaba inventado: la radionovel­a. Igual que ahora los programas de radio se pueden ver, Timothée Hochet y Canal+ pensaron que la televisión se podía volver a escuchar. Así crearon «Calls», una serie que a través de distintas llamadas telefónica­s va tejiendo una historia apocalípti­ca, como si se pudiera invitar a Orson Welles a «Encarna de noche».

Encerrado como el resto del mundo andaba, el argentino Fede Álvarez («Posesión infernal», «No respires») cuando descubrió la «crudité» gala y convenció a Apple para revisarla en clave pandémica, con los horrores cósmicos de la original, pero con esa distancia permanente que nos separa ahora de los que más queremos como caja de resonancia, como tambor en el que volcar nuestros miedos más primarios.

Los terrores de la incertidum­bre, mucho más reales ahora que hace cuatro años, nos devuelven una serie de agradable digestión (nueve episodios de menos de 15 minutos) y ritmo frenético que solo apaciguan las animacione­s que se suceden en la pantalla mientras escuchamos los testimonio­s, como si el salvapanta­llas del iPhone cobrara vida.

Gracias a distinguid­as voces sajonas como las de Aubrey Plaza, Lily Collins, Clancy Bron o el chileno Pedro Pascal, Álvarez ahonda en aquella idea de que es mucho más terrible insinuar que mostrar, y el resultado es asfixiante. No solo nos metemos en la piel de los exquisitam­ente escritos personajes, con historias creíbles pese a la bruma de ciencia-ficción que recorre los relatos, sino que la propia distancia con el espectador que exige el formato se estrecha en catarsis por identifica­ción. Ya no es tanto querer dejar el móvil, sino ser testigos de que ni la propia distracció­n nos asegura saber qué habrá al otro lado.

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