GOBERNAR ES TOMAR DECISIONES
El sector del motor, fundamental para la economía española ya que representa una cifra superior al 10% del PIB y genera miles de empleos directos e indirectos, asiste entre incrédulo y atónito a la incapacidad de las autoridades del Gobierno para tomar decisiones que sirvan para enfrentarse a la crisis de ventas que sufre el mercado español. Independientemente de la «metedura de pata» que supuso el incremento del impuesto de matriculación en función de las emisiones WLTP (no se aplazó como ocurrió en países como Francia o Portugal debido a la situación excepcional), que costó, además del derrumbe de las ventas, una importante merma de ingresos fiscales de unos 200 millones al mes, la realidad es que no se ha tomado ninguna medida para intentar reconducir la crisis. No se ha prolongado el Plan Renove, a pesar de haber sobrado fondos de la anterior campaña por haber sido mal programada. Y respecto al Moves, diseñado para promocionar la compra de coches eléctricos, se habla de nuevos planes y de incremento de partidas presupuestarias, pero la realidad es que no se ha plasmado nada por escrito todavía. El caótico reparto de cantidades del año pasado, atendiendo a criterios de población en lugar de número de matriculaciones, no se ha corregido oficialmente. Todos hacen cálculos sobre lo que suponen las ayudas, pero no se concretan. La guerra entre varios ministerios, entre ellos los de Hacienda, Transición Ecológica e Industria, está provocando una paralización de la toma de decisiones sobre el presente y el futuro de esta industria.