Vergüenza ajena…
ElEl debate del viernes en el Parlament fue un esperpento que refleja fielmente en qué se ha convertido la política catalana desde su sometimiento al Procés:unosrepresentantespolíticosseparatistas que tienen a sus dirigentes repartidos entre los que están prófugos de la justiciaenWaterlooylosquecumplencondena en Lledoners, pero todos ellos por dar un golpe contra un Estado democrático y de derecho, una Constitución y un Estatut que juraron o prometieron respetar al asumir sus responsabilidades públicas.
De momento no habrá investidura porque no se ponen de acuerdo en cómo repartirse el poder y el suculento pastel de gestionar el enorme presupuesto de la Generalitat. El de Waterloo pretende un surrealista Parlament bicameral: el de la Ciutadella para gestionar el día a día, y el «Consell de la República» –donde el ocaso napoleónico– para conducir la estrategia del Procés.
Tenemos precedentes en la Historia de cómo acabaron estas chifladuras y esperpentos. La República, tan añorada por el candidato Aragonès –quien se refirió en todo momento a la «Generalitat republicana»– tiene dos ejemplos a seguir por el precio de una. La Primera, federal y cantonalista, acabó con Estanislao Figueras, el cuartopresidenteenapenasunañodevida, con una frase que está en la Historia. Sobre la Segunda, su venerado Companys les aconsejaría no seguir su camino.
Eso sí: unos y otros con los de Iglesias y Colau, se ausentaron para no escuchar en su intervención al «fascista» de Vox. Le hicieron un favor: vergüenza ajena.
«No habrá investidura porque no se ponen de acuerdo en cómo repartirse el poder»