La Razón (Cataluña)

El caimán sueña con enterrar 1978

El vicepresid­ente dice que abandona el Gobierno para jugar Madrid pero, en realidad, lo guía el aborrecimi­ento de la libertad

- POR JULIO VALDEÓN NUEVA YORK

Pablo Iglesias vuelve a Madrid, a pelear con Isabel Díaz Ayuso, ahora que Podemos ha quedado para ejercer de criado del nacionalis­mo y prologuist­a de sueños de aldea. Iglesias quiere encarcelar a su ex compañera de tertulia, nueva reina de Sol, que tiene a los cabezas de huevo en Moncloa al borde del infarto. Antes de prometer galeras para su rival, Iglesias, que veía los sondeos del partido y barruntaba las postrimerí­as, había pedido intervenir en las redaccione­s y amordazar a los cronistas. Modificar el relato debe de ser esto. Si no puedes cambiar el runrún de los periódicos, los expropias.

El comandante en Podemos prefiere mil veces Caracas, donde tanto viajó, a Bruselas. Habla de Dinamarca, pero lo suyo es la Cuba del hambre antes que la Europa de los mercaderes, la democracia tutelada, verde oliva y asambleari­a, frente al liberalism­o y sus correccion­es para evitar galopes autocrátic­os. Sus filípicas, su denuncia del capitalism­o, su porte y pose de apocalípti­co, distinguen a un tipo harto de vivir las revolucion­es por persona o libro interpuest­os. Está empeñado en que sus tiempos sean tan interesant­es como oscuros. Nunca hemos sufrido más la precarizac­ión de los profesores universita­rios que con Iglesias y sus colegas. Ya que no progresaro­n en la academia lo harían en las tribunas, a costa nuestra. Por el camino pudo comprarse un chalé de patricio. El resto sufrimos la corrosión del sistema.

El discurso de Iglesias es el de un tribuno con el contador sentimenta­l detenido en el 73, golpe contra Allende en carne viva. Prefiere ir de la mano de Bildu y ERC antes que reconocer las aportacion­es históricas del PCE a la consolidac­ión de la democracia. Lejos de ser un zorrocotro­co, como Francisco Frutos, que viajó a Barcelona para denunciar la deriva supremacis­ta y subrayar las raíces obreras, quiere arrebatarl­e al PCE los honores de haber coparticip­ado en el pilotaje de la Transición. La Constituci­ón del 78 no fue un regalo graciosame­nte concedido por los restos del búnker ni el franquismo por otros medios, sino un documento memorable, que inaugura un tiempo de concordia, en cuyo honor todos cedieron. El PCE fue Carrillo con Fraga y Jordi Solé Tura junto a Gabriel Cisneros, Herrero Herrero de Miñón y Peces- Barba. El PCE fueron Pasionaria y Rafael Alberti de vicepresid­entes de la Mesa de Edad del Congreso y la aceptación de la bandera en el Comité Central. El PCE fueron 40 años de resistenci­a antifranqu­ista, represión y cárcel, y estas palabras de 1956, donde el partido apuesta por la reconcilia­ción nacional al acercarse el XX aniversari­o de la Guerra Civil: «Crece en España una nueva generación que no vivió la guerra civil, que no comparte los odios y las pasiones de quienes en ella participam­os. Y no podemos, sin incurrir en tremenda responsabi­lidad ante España y ante el futuro, hacer pesar sobre esta generación las consecuenc­ias de hechos en los que no tomó parte».

Pero Arnaldo Otegui ha sido invitado por IU a su XII Asamblea. Escucharle decir que «vuestra suerte es también la nuestra», sabiendo que militó en una organizaci­ón anti española, diseñada para el asesinato político, responsabl­e de la inmolación de cientos de inocentes, es un insulto para los viejos militantes, que deberían de comerse el cárnet cada vez que un tipo como Iglesias vomita que en España hay presos políticos o que opina que sólo ETA leyó bien el régimen del 78.

Podemos nació en el sueño de las acampadas. La gente salía de las asambleas con el pecho ligero, conpolític­a vencida de que era posible repensar España, que no estábamos obligados a elegir entre el despelote de las oligarquía­s y el serrucho de los hombres de negro. De entre todos los líderes nacidos al calor de las votaciones con el dedito alzado destacaba Iglesias. Podemos cristalizó en una pedrada de cinco millones de votos e Iglesias cometió la primera de sus espantadas, cuando abandona Europa para irse al Foro y postularse como Lenin portátil para tiempos líquidos. Como en la vida todo es ir cuesta abajo en la rodada desde entonces Podemos ha conocido puñaladas y escisiones mientras Pablo consolidab­a una organizaci­ón decorada a juego con sus neuras guerracivi­listas.

Dice que abandona para jugar en Madrid. Todo forma parte del melodrama con el que ensucia la desde que llegó para enterrarla. Lo guía el aborrecimi­ento de la libertad. Lector de solapas, mendicante de la caridad tribalista, antagonist­a de los demócratas, ha confesado su emoción ante las imágenes de policías apaleados y gimotea en nombre del mismo Estadoque quiere destruir. El caimán llorandero sueña con enterrar 1978.

Prefiere la mano de Bildu y ERC antes que reconocer las aportacion­es históricas del PCE a la consolidac­ión de la democracia Ha confesado su emoción ante las imágenes de policías apaleados y gimotea en nombre del Estado que quiere destruir

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TOÑO BENAVIDES

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