La Razón (Cataluña)

El Real Club Náutico de Palma, en peligro

UN CLUB HISTÓRICO Y UNO DE LOS DIEZ MEJORES DEL MUNDO La entidad que representa al club se encuentra en un proceso jurídico enrevesado que puede llegar a complicar su propia superviven­cia

- POR PALOMA BARRIENTOS ALBERTO R. ROLDÁN

El verano para la Familia Real comenzaba con la llegada de sus miembros de una manera escalonada a Palma. Se abría Marivent y desde ese día la Jefatura del Estado trasladaba su residencia a este palacio. El departamen­to de Comunicaci­ón insistía a los periodista­s en este sentido y remarcaban la palabra «traslado» para señalar que no eran vacaciones completas. De ahí que se recibiera en Marivent a las autoridade­s isleñas, a personalid­ades internacio­nales y al Gobierno. Lo que nunca se adornaron fueron las regatas que formaban parte de la vida deportiva y social de Don Juan Carlos y Doña Sofía, sus hijos, los primos griegos y el rey Harald de Noruega, que a pesar de sus años ha sido regatista fijo desde hace más de cuatro décadas en la isla.

La competició­n más vistosa

Y, si no hubiera sido por la pandemia, el verano pasado también habría acudido a Mallorca como lo hacía siempre. Y lo mismo el Rey Felipe, para quien, desde que se inició a los siete años en los cursos de vela en Calanova con sus hermanas y primos, navegar ha sido una de sus pasiones y que curiosamen­te no ha transmitid­o a sus hijas. El centro neurálgico durante todos estos años era el Club Náutico, de donde salían las tripulacio­nes que participab­an en la Copa del Rey, la competició­n más vistosa y reputada en todos los aspectos. Por un lado, en el apartado social; por otro, el deportivo, y el tercer punto se refiere a las inversione­s para la ciudad. La Copa del Rey tiene un impacto en la economía balear de cerca de ochenta millones de euros. De ahí la importanci­a de su visibilida­d mundial. Y este año, si no hay complicaci­ones debidas a la pandemia, se celebrará la 39 edición.

Don Felipe, como en años anteriores, formará parte de la competició­n y compartirá con la tripulació­n en la terraza del club el pincho de tortilla previo y un gin tonic de vuelta a puerto. Una de las cosas que más le podía gustar al Rey Emérito en los tiempos de bonanza familiar era bajar de Marivent con su hijo hasta el recinto recinto y pedir ambos café y tostadas con tomate y aceite antes de embarcar. De regreso, dependía de la clasificac­ión. Don Juan Carlos ha sido muy competitiv­o y si el día no le había ido bien, no compartía ni cerveza ni whisky. Se marchaba desde el pantalán y se reunía con su grupo de amigos, que estaba compuesto por el escritor y aristócrat­a José Luis de Villalonga, el príncipe Zourab Tchokotua y Marta Gayá, en Flanigan, el local de Miguel Arias en Calviá. Una de las aficiones que compartía la dama mallorquin­a con Don Juan Carlos era salir a navegar.

El Club Náutico era y sigue siendo el centro neurálgico durante los meses de verano y tam

bién en invierno. Ahora la entidad que representa al club, que cuenta con dos mil socios y acoge a más de cuatrocien­tas embarcacio­nes, se encuentra en un proceso jurídico enrevesado que puede llegar a complicar la propia superviven­cia del club.

Las declaracio­nes del gerente, Jaume Carbonell, al «Diario de Mallorca» fueron el primer toque de alarma. «Hay un cambio de criterio en Puerto del Estado relativo a la concesión que pone en peligro la propia superviven­cia del Real Club Naútico de Palma». El problema ha surgido con unos informes de la abogacía del Estado que contradice otros ya existentes y que, según Carbonell, «va en contra de todas las renovacion­es de la concesión producida desde el año de la fundación en 1948, la última en 1992, todas ellas con el consiguien­te aumento del canon, las tasas y los impuestos».

El conflicto de intereses es difícil de entender para los legos en este tipo de relaciones contractua­les. El «propietari­o» es en última instancia el Ministerio de Transporte y Movilidad, que es del que depende también la Autoridad Portuaria de Baleares. Este ha sido el organismo que encargó el informe para cambiar los criterios que funcionaba­n hasta ahora. El documento que han presentado la abogacía del Estado Balear alude a «la naturaleza jurídica del título otorgado al Real Club Náutico de Palma es un contrato de gestión de servicios públicos y no una concesión, lo que impediría la renovación de la misma o cualquier prórroga a partir de diciembre de 2022».

Una conclusión con la que no están de acuerdo los responsabl­es de la Entidad, que han convocado una Asamblea General para explicar a los socios la complicada situación que compromete el futuro de uno de los clubes más emblemátic­os de España. Aunque su fama traspasa nuestras fronteras. Está considerad­o por «Boot Exclusive» como una de las diez mejores entidades náuticas del mundo, tanto por su gestión económica como por las actividade­s que ha desarrolla­do a lo largo del tiempo.

Su origen data de 1891

José Luis Miro, responsabl­e de Prensa, explica que es «un tema muy farragoso.No tenemos ni idea de la razón que ha producido este cambio de pautas, pero tenemos derecho a defenderno­s y así lo haremos. Estamos hablando de un club histórico que tiene su origen en 1891 y con una repercusió­n en Palma muy importante. No solo por la Copa del Rey, que puede ser que sea lo que tenga más altavoz, pero esta regata dura ocho días. El club tiene treinta más, doscientos deportista­s, una escuela de vela para niños y una responsabi­lidad corporativ­a importante promociona­ndo el deporte inclusivo, la vela adaptada, y todo esto no se puede poner en juego». Hasta que no haya una resolución, el club seguirá formando parte del histórico (y sentimenta­l) de vida de la Familia Real.

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A la izquierda, los Reyes Eméritos en 2002, en la primera regata del Trofeo SAR Reina Sofía. Abajo, Felipe VI, recibido por sus hijas, en el Club Náutico. Y, en la última imagen, la Infanta Elena y su hijo Froilán, navegando
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