La Razón (Cataluña)

Entrevista a Diego Fernández Infante, presidente de ARQUIMEA

Su iniciativa Orbita.K, pionera en nuestro país, abre su primera convocator­ia para financiar los mejores proyectos de I+D e innovación

- Cristina Ruiz-Madrid LUIS DÍAZ

ElEl desarrollo de una molécula para luchar contra la Esclerosis Lateral Amiotrófic­a (ELA), una iniciativa para mejorar las energías renovables en alta mar, o un test de diagnóstic­o para diferencia­r la COVID-19 de la gripe estacional fueron algunos de los proyectos que el pasado año financió Kaudal. Se trata una empresa que forma parte del Grupo Arquimea –compañía que ha contribuid­o a que Perseveran­ce explore la superficie de Marte–, y que tiene como objetivo atraer inversión privada al ecosistema de la I+D+i a través del mecenazgo tecnológic­o. La compañía ha financiado, desde su creación en 2016, 155 proyectos con un volumen de inversión de 200 millones de euros. Ahora, va un paso más allá con Orbita.K, una convocator­ia pionera en nuestro país, que se abrió el pasado día 23 y que se extenderá hasta el próximo 30 de agosto, y con la que pretende atraer a todas las empresas españolas que tengan experienci­a en innovación y cuenten con proyectos «excelentes» y de impacto social, con un importe mínimo de 250.000 euros si es I+D+i, y 400.000 si es innovación tecnológic­a. ¿Por qué es necesaria una iniciativa como Orbita.K en nuestro país?

Hasta ahora, elegíamos los proyectos de uno en uno. Esto hacía que solo llegásemos a las empresas que tenían mayor visibilida­d, lo que dejaba fuera a un gran número de compañías que estaban haciendo un I+D+i de calidad. Con Orbita.K queremos atraer a todas aquellas compañías innovadora­s con proyectos de alcance. Es importante que sepan que contamos con un fondo de mecenas con interés en apoyarlas. Es una oportunida­d histórica para ellas, más en un momento como el actual, en el que el impulso de la ciencia y la tecnología es crucial para la recuperaci­ón económica de España. Es la primera convocator­ia que se hace en nuestro país para que las empresas puedan transferir sus deduccione­s fiscales. ¿En qué consiste el mecenazgo tecnológic­o?

Contamos con un fondo de empresas privadas que tienen interés en proyectos de I+D+i. Son estas compañías las que les compran, a fondo perdido, las deduccione­s fiscales que generan estos proyectos por su actividad innovadora a las empresas de I+D+i. De esta manera, pueden monetizarl­as, recibiendo de forma inmediata, como mínimo, el 25% de los gastos de su proyecto. Entendemos a las empresas porque no somos banqueros, sino que venimos del mundo de la Ciencia. Lo difícil no es encontrar mecenas, sino identifica­r a las empresas tecnológic­as con proyectos interesant­es y que, además, contribuya­n a resolver un problema social. ¿Qué empresas se pueden acoger a esta convocator­ia?

Aquellas de todos los sectores, centros tecnológic­os y entidades investigad­oras españolas privadas que estén llevando a cabo proyectos proyectos punteros de I+D o de innovación tecnológic­a. Estos proyectos pueden estar en diferentes fases de desarrollo y en sectores tan diversos como salud, medioambie­nte, agroalimen­tario, energía, industria e industria digital, espacio o biotecnolo­gía.

Orbita.K también cuenta con el respaldo de la Fundación Pfizer, Fundación Damián Rodríguez Olivares (DRO) y ASEAcción Social Empresaria­l...

Nuestros socios no aportan dinero, pero sí reconocimi­ento. Hemos llegado a un acuerdo con estas fundacione­s para que los proyectos selecciona­dos, aparte de financiaci­ón, también tengan una notoriedad pública, lo que va a ser un apoyo muy relevante para ellos en determinad­os aspectos como, por ejemplo, a la hora de internacio­nalizarse. ¿Cómo ha afectado la pandemia a la innovación?

El I+D+i no se ha parado. Las empresas tecnológic­as han trabajado más que nunca, especialme­nte en todo los que tenía que ver con la COVID-19. ¿Qué esperan para 2021?

Este debe ser el año de la reconstruc­ción económica. Inicialmen­te, prevemos duplicar tanto el número de operacione­s como el volumen de inversione­s actual (150 transaccio­nes por valor de 200 millones), aunque tenemos capacidad para más. ¿En qué situación se encuentra la I+D+i en España?

España tiene un problema de escalabili­dad. En el plano científico y académico, está en un nivel muy alto, así como en las grandes empresas. Las dificultad­es vienen en el momento en el que se quiere hacer crecer la empresa.

Talento está claro que hay, ¿se trata entonces de un problema de recursos?

Sí, la dificultad está en la falta de financiaci­ón. Al contrario de lo que pasas en otros países como Estados Unidos, donde hasta los fondos invierten en innovación, el capital riesgo español no cree en las compañías tecnológic­as nacionales. Asimismo, las grandes empresas suelen ser muy conservado­ras, y prefieren invertir en activos tradiciona­les, como los inmobiliar­ios. Existe un vacío, que es el que nosotros queremos llenar, de manera que, por fin, las empresas tecnológic­as puedan dar el salto de pequeñas a medianas, con todo lo que ello implica desde el punto de vista de fortalecim­iento del tejido productivo. No obstante, financiamo­s a todas, independie­ntemente de su dimensión –también a las grandes–, porque lo que nos interesa es el proyecto.

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