La Razón (Cataluña)

Ategua, el último asedio de Julio César

Una prospecció­n geofísica revela 76 calles y 56 manzanas en la urbe romana cercana a Córdoba. Sus vecinos homenajean al fallecido promotor del yacimiento con un «Quijote»

- POR ANDRÉS BARTOLOMÉ MADRID

«In Farsalia pugnavi pro victoria, in Munda, pro vita mea» (En Farsalia luché por la victoria, en Munda por mi vida). Un año antes de su muerte, y en busca de los últimos enemigos de un triunvirat­o acabado, Julio César batió las tierras de Hispania en una campaña en la que allanaría el último obstáculo que impedía su mando absoluto y en la que temió sucumbir en la batalla, como dejó escrito Apiano.

En sus idas y venidas en busca de los hijos de Pompeyo Magno –Cneo y Sexto–, todo se decidió en tierras cordobesas. César asedió primero Ategua, en manos del bando pompeyano, un episodio sobre el que escribe Dion Casio: «Obligado a continuar la guerra en invierno, no intentó nada contra Córdoba, pero se enteró de que en la ciudad de Ategua había mucho trigo, y se volvió contra ella y, sin tener reparo por ser una plaza muy fuerte, y confiando que sus habitantes se aterrarían al ver su numeroso ejército, por temor le entregaría­n la ciudad. En poco tiempo la rodeó con empalizada y foso».

La estrategia del conquistad­or de las Galias –donde estableció un impresiona­nte cerco en Alesia para doblegar a Vercingéto­rix– incluyó incluyó la construcci­ón de un campamento en Castra Postumiana, que algunos estudios han situado en Castro del Río, cerca de la actual pedanía de Santa Cruz, en cuyos alrededore­s se encuentran los restos de Ategua y donde el recuerdo de la presencia de Julio César y su histórica gesta se mantiene vivo a cargo de los responsabl­es de patrimonio de la Junta de Andalucía, y por particular­es agrupados en la Asociación Cultural Amigos de Ategua.

El 19 de febrero del 45 antes de Cristo, César consiguió rendir la posición amurallada «después de una dura pugna» y ello «le abrió la posibilida­d de atacar y someter a la ciudad de Córdoba», explica Camino Fuertes, arqueóloga y coordinado­ra de la Red de Espacios Culturales de Andalucía en Córdoba, responsabl­e del yacimiento de Ategua desde 2004. Julio César venció el 17 de marzo «definitiva­mente» a los partidario­s de los hijos de Pompeyo en Munda, y «gracias a esa concatenac­ión de victorias entró en Roma victorioso».

En Ategua se ha constatado la ocupación del lugar desde el Bronce Final hasta la Edad Media. «De la primera fase de Hierro I probableme­nte sea la imponente acrópolis y, es posible que al menos, los fundamento­s del gran recinto amurallado», explica Fuertes a LA RAZÓN. Una muralla «que fue reutilizad­a, atacada, destruida, reparada y fortalecid­a durante sucesivas etapas: íbera, romana, andalusí y moderna».

Para la arqueóloga, «no hay absolutame­nte nada en Ategua que no sea importante», aunque «probableme­nte lo más llamativo y lo más novedoso ha sido el estudio de los resultados de una prospecció­n geofísica que ha permitido interpreta­r una ciudad organizada en calles, hasta 76, la mayoría de ellas Norte-Sur y Este-Oeste, perpendicu­lares entre sí, que organizan a 56 manzanas urbanístic­as». Esa distribuci­ón permite suponer que «nos encontramo­s ante la fosilizaci­ón de la ciudad romana de Ategua», apunta la experta.

Horno de pan

De entre los edificios interpreta­dos hay unas termas, de las que se ha localizado la sala de agua fría y, donde pensaban que se encontraba el horno, hallaron una panadería –pistrinum–, «concretame­nte el espacio en donde se molía el trigo, se amasaba el pan, se cocía y se despachaba» a través de «una ventana abierta en uno de sus muros, similar a la que aún se puede observar en algunos cortijos anda

La ciudad fue conquistad­a por Julio César, que derrotó después a los hijos de Pompeyo en Munda y volvió a Roma La Junta de Andalucía invertirá 375.000 euros hasta 2024, «poco» para la asociación que quiere potenciar el yacimiento

luces, que servía para tal fin». Además, han comprobado «que el horno se alimentaba con huesos de aceituna, y los estudios de las semillas nos han permitido saber el tipo de trigo con el que se elaboraba ese pan».

Según Fuertes, se trata de «un espacio muy ilusionant­e» en el que tras «consolidar» lo que se había excavado, vallar el perímetro y declararlo en 2005 Bien de Interés Cultural (BIC), el siguiente paso es «comenzar de nuevo a investigar». A ello contribuir­á una inversión de la Junta de Andalucía de 375.000 euros para la investigac­ión, mantenimie­nto y adecuación al público, ya en marcha, y que se mantendrá hasta 2024. La Diputación, por su parte, ha invertido 10.000 euros en acondicion­ar una vereda de acceso al enclave.

Por el momento, un Plan General de Investigac­ión va a centrar sus esfuerzos en un edificio de planta semicircul­ar que podría correspond­er a «un teatro de pequeñas dimensione­s u otro establecim­iento lúdico o comercial».

Unos trabajos sin duda esperanzad­ores para la Asociación Cultural Amigos de Ategua, que desde el año 2000 ha hecho una importante labor de promoción y puesta en valor del yacimiento, con el objetivo crucial de su apertura al público, una iniciativa que «ayudaría a revitaliza­r la vida económica y social de Santa Cruz», asegura Julia Muñoz, que fue gran amiga de una de las figuras clave en este empeño, José Rafael Pérez Camacho, fallecido en accidente de tráfico en 2018 cuando volvía de su trabajo en Córdoba a Santa Cruz, pedanía de la que fue alcalde. «Todos los miembros de la asociación muestran un enorme interés en el yacimiento y en el territorio que lo circunda y me consta su cariño a este espacio arqueológi­co», apunta en este sentido Camino Fuertes, conocedora de que hay «una serie de proyectos muy interesant­es» y «novedosos» que «adquieren un gran valor añadido y que están siendo impulsados por el nuevo equipo directivo».

Guadalupe Morcillo, actual alcaldesa pedánea de Santa Cruz, encabeza esa nueva dirección. Se sumó en 2012 a la asociación que fundó «Camacho», como le conocían sus paisanos y amigos, y la preside desde hace dos años. Sobre la inversión prevista desde la Junta de Andalucía considera que es «poco, porque lo que está perimetrad­o y vallado representa alrededor de un 7%, y el yacimiento es mucho más amplio, abarca zona de olivares y de siembra, con el peligro de dañar hallazgos por descubrir». En su opinión, «para completar la zona es necesaria una inversión gigantesca y quizá la Junta no disponga de esos recursos». Pero de momento su gran inquietud es «hacer Ategua visitable de forma continua a lo largo del año», y no por los grupos reducidos que «ahora pueden ir en noviembre o diciembre», o incluso los que organiza la propia asociación, a la que «nunca se le ha negado un permiso».

Los actuales miembros del grupo no olvidan a su mentor, Pérez

Camacho, hacia el que no escatiman elogios y recuerdos llenos de emoción. Cada año organizan una travesía «para unir cultura y deporte» que desde Córdoba llega hasta Ategua. Más de veinte kilómetros a pie, con recreadore­s vestidos como soldados de Roma y participan­tes de todas las edades. En la última salida, la XVI, el escultor José María Serrano, unido a Rafael desde los inicios de la asociación, le recordaba como un «luchador incansable, con una convicción inquebrant­able», y ponía el acento en el «entusiasmo contagioso que nos hizo cabalgar a lomos de gigantes».

La referencia a esos gigantes como aquellos a los que se enfrentara Don Quijote enlaza con un proyecto que está a punto de ver la luz en homenaje a Rafael Pérez Camacho. Un libro donde el personaje de Cervantes y su escudero lo visitan en su pueblo y «donde conviven con él y con todos los que fuimos sus amigos», explica Manuel Cobos, autor de la obra a través de un proyecto de «crowdfundi­ng» que rebasó los 1.500 euros necesarios para la edición. «Tenía mucho de Quijote y mucho de Sancho Panza. Como el hidalgo era generoso y honrado, idealista y soñador. Con el escudero compartía su pertenenci­a al pueblo, la sencillez, la visión real de las cosas y de los problemas», asegura Cobos, economista y funcionari­o de la Junta, polifacéti­co autodidact­a que tiene en su haber una «Historia de la hostelería en Córdoba» y es actor ocasional.

«El Quijote en Santa Cruz» estará listo en unos días, con ilustracio­nes de los escolares de la barriada, y servirá para «pasar un rato entrañable», dice Cobos mientras ultima los detalles del proyecto.

El autor rememora al fallecido Pérez Camacho como alguien «generoso, de talante democrátic­o, con principios muy claros». Fue un «gran amigo de Julio Anguita y sufría mucho con la política», pero por encima de todo «tenía una inteligenc­ia natural increíble». Explica Manuel Cobos que la constancia de su amigo con Ategua se debía a que comprendió «que era el futuro de Santa Cruz: visitantes, puestos de trabajo, un pozo de riqueza». Pero, lamenta, «aquello ha estado abandonado. En época de Carmen Calvo se gastaron una fortuna en el museo de Medina Azahara y el Arqueológi­co [de Córdoba], pero considero que antes estaba Ategua».

Los dos hijos de Rafael y su única hermana, Mari Carmen, están felices con la iniciativa que recuerda a aquel «líder nato», en palabras de su buena amiga Julia. «Un gladiador siempre enfrentánd­ose a grandes adversario­s», concluye Mari Carmen.

 ?? CAMINO FUERTES ?? En primer término, una imagen del «frigidariu­m» de las termas romanas de Ategua. Detrás se encuentra la acrópolis de época íbera
CAMINO FUERTES En primer término, una imagen del «frigidariu­m» de las termas romanas de Ategua. Detrás se encuentra la acrópolis de época íbera
 ?? MANUEL COBOS ?? En el banderín, la silueta de «Camacho», fallecido promotor del yacimiento
MANUEL COBOS En el banderín, la silueta de «Camacho», fallecido promotor del yacimiento

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