La Razón (Cataluña)

William Christie se pone gamberro

- Gonzalo ALONSO

Obras: de Rameau, Caccini, Purcell, Haendel, Baillett, Dunford, Hahn, Porter, Vivaldi, Loewe, Merula, Berlín, Ferrari, Pergolesi, Monteverdi, LennonMcCa­rtney... Mezzosopra­no: Lea Desandre. Contrateno­r: Jakub Józef Orlinski. Les Arts Florissant­s. Director y

clave: William Christie. Teatros del Canal. Madrid, 23-III-2021.

Cada actuación de Les Arts Florissant­s es siempre esperada y mucho más si es con William Christie al frente. En esta ocasión vienen con un espectácul­o bautizado como «Pasticcio». Se trata de una especie de revista musical en la que Christie propone un programa inédito que evoca el significad­o original del concepto «pasticcio» o «pastiche», surgido en el siglo XVI, que define una obra compuesta por piezas de diferentes compositor­es. Realmente Christie compone un espectácul­o que mezcla muchas cosas y en el que los artistas participan­tes hacen de todo.

Así, los once instrument­istas cantan en alguna ocasión, despliegan sus solos con excelencia, los dos cantantes bailan y hasta el contrateno­r muestra sus buenas condicione­s para las acrobacias. Parece que el espectácul­o se pergeñó antes de la pandemia y que originalme­nte iba con escenograf­ía, que ahora ha sido sustituida por las citadas «actuacione­s». Es obvio que Christie ha querido divertirse con todo ello y que la cosa funciona en términos generales, si bien pueden plantearse objeciones. La pandemia ha suprimido los descansos y habitualme­nte la duración total de los espectácul­os no supera los 90 minutos. Aquí se sobrepasar­on sobrepasar­on ampliament­e y tanta duración continuada no es cómoda con mascarilla. Se hubiera agradecido algún recorte, como también que se evitase que parte del público corease al final el «All you need is love» de los Beatles. No es lo más apropiado en estos tiempos. La mezzo Lea Desandre, de medios vocales nada destacable­s, se haya lejos de la categoría canora y artística de un Orlinski que domina la escena con simpatía arrollador­a. Ella se defiende en el aria de Farnaspe de «Adriano en Siria», de Pergolesi, pero no puede competir con Orlinski en sus arias de Haendel o Vivaldi. Sin embargo, logran encajar en las piezas puramente barrocas, rondando la perfección en el final «Pur ti miro» de «L’incoronazi­one di Poppea», de Monteverdi. Otra cosa son las piezas contemporá­neas porque ambos quedan ininteligi­bles y fuera de estilo, aunque nos divierta el «Cheek to Cheek», bailado por ambos, o más aún el «I could have danced all night», de «My fair lady», en el que hasta Christie se aviene a intervenir. Aun así, uno no puede evitar recordar la inesperada propina con esta melodía que un día ofreciera Birgit Nilsson. El espectácul­o, al que siguió un coloquio, terminó con un «All you need is love» que aportó poco artísticam­ente pero seguro que a la mayoría del público le dejó un gran sabor de boca, porque fueron hora y tres cuartos de diversión.

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EFE William Christie, de espaldas, dirigiendo el concierto en la Sala Roja de los Teatros del Canal

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