La Razón (Cataluña)

Amnistía a la catalana

- José Maria Fuster Fabra

Loable desde el punto de vista de la camaraderí­a y la amistad el intento de los grupos independen­tistas de aprobar una ley de amnistía en el Parlamento, intento tan afectuoso como inútil, porque en la Constituci­ón Española no cabe la amnistía, tan inútil como si se pretendier­a aprobar la pena de muerte o que los señores rubios con ojos marrones no pudieran ser inspectore­s de hacienda. Me dirán ustedes, ¿qué tiene que ver una cosa con otra? Pues nada, salvo que son inconstitu­cionales: la amnistía es un remedio político cuando se produce un cambio de régimen. De ahí la amnistía previa a la aprobación de la Constituci­ón, y de ahí que a partir de la misma incluso en casos como el de ETA político-militar se establecie­ron indultos individual­izados y pactos judiciales con conformida­d de pena, pero no una nueva amnistía. Lo mismo sucedió, con variables, en el caso de Terra lliure.

La concesión del indulto es una medida de gracia regulada por una ley de 1870 y que por lo sencilla sigue siendo útil. De hecho, se llama «De Gracia e Indulto» y es de gracia porque sirve para que el poder ejecutivo remedie situacione­s que en estricta aplicación de la ley pueden generar injusticia. Por ejemplo, una condena por un robo con violencia que se juzga al cabo de muchos años cuando el condenado está plenamente rehabilita­do en la sociedad. Es verdad que en otros casos el indulto ha sido mal utilizado para casos que afectaban a políticos: por ejemplo en supuestos de corrupción, aspecto más que obviamente criticable aunque legal, como legales y criticable­s son los casos en los que se ha utilizado para empresario­s sin escrúpulos.

Lo que nunca puede darse bajo ningún concepto es el indulto a alguien que dice que volvería a cometer el delito por el cual fue condenado; sea robar peras, defraudar a hacienda o montar sediciones, más allá de los propios requisitos para concederlo, el otorgarlo en estas condicione­s colocaría a quien lo hiciese en un terreno cercano a la prevaricac­ión. Dictar una resolución favorable a quien afirma querer volver a delinquir. ¿Cómo lo llamarían ustedes?

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