«CREO EN LA REINSERCIÓN DE CIUDADANOS»
Mónica García Candidata de Más Madrid a la Presidencia de la Comunidad
YaYa lo dijo Concepción Arenal: «Odia el delito y compadece al delincuente». Fue la mujer que puso las bases de un nuevo sistema penitenciario basado no el castigo, sino en la reinserción. Pero no todos se reinsertan y persisten en el delito, delito, creyendo, la mayoría de las veces, que ellos sólo hacen el bien, en tanto que les beneficia o creen, mesiánicamente, que es bueno para la humanidad. Y luego hay delincuentes políticos que tienen la suerte de no ser condenados, ni siquiera por sus propios votantes. Por ejemplo, los que utilizan la mentira benefactora, creyendo –si serán imbéciles– que es cierto, en beneficio de sus intereses políticos, que así debe ser. Mónica García, la candidata de Más Madrid, el partido de Errejón, a las elecciones de la Comunidad de Madrid, dijo ayer algo muy interesante por parecer un «acto fallido»: cree en la reinserción de Ciudadanos y, por lo tanto, que está preparado para acercarse al mundo que ella representa, incluso aceptarlo como un partido democrático después de haber estado abducido por fuerzas malignas. En vez de decir que Cs son unos delincuentes prefirió emplear un término terapéutico y sanador, como si pensar de una determinada manera fuera la expresión biológica de un defecto. Mónica García está en campaña, por lo que ni ella misma puede liberarse de las normas del parque humano: parece que es ella la que debe educarnos y ejercer de funcionaria de presiones de las ideas. Hubiera sido más útil haber explicado cuál ha sido el delito de Cs para así entender cuáles son los delitos por los que su partido nunca será condenado. Por ejemplo, sabido es que su jefe de filas, Errejón, pronunció una de las frases más eficaces para definir un régimen totalitario: «En Venezuela se come tres veces al día». Ese es el parque humano, la función biológica frente al viejo humanismo. Sin embargo, por pronunciar tan tremendo alegato a favor de un régimen liberticida, no ha sido sometido a programa de reeducación, ni reinsertado. Efectivamente, odia el delito y compadece al delincuente (político).