Lady Day: persecución y linchamiento de un icono
La extraordinaria Andra Day, nominada al Oscar a mejor actriz por su interpretación, se mete en la piel de la madrina del blues en «Los Estados Unidos contra Billie Holiday»
Negra, mujer, inicialmente pobre, prostituida, violada con tan solo 10 años, impetuosa, adicta, arrebatada, anulada, portento, estrella. La laberíntica y apasionante figura de Billie Holiday tiene los suficientes pliegues y las necesarias sombras como para convertir su vida en el material inspiracional de cualquier película, de cualquier novela, de cualquier relato poderoso. El componente trágico de su malograda trayectoria sentimental –lastrada por la violencia de los hombres–, su durísima infancia por las calles de Baltimore y sus recurrentes encuentros con la heroína hicieron de ella una mujer predestinada a la leyenda. Entre los episodios que componen el anecdotario infinito de su existencia, el cineasta Lee Daniels ha decidido posar la cámara en el que quizás posea la mayor carga reivindicativa y política de todos ellos. Cuando la popularmente apodada como Lady Day oyó por primera vez la letra de «Strange Fruit», pensó en su padre, un hombre al que se le negó ayuda sanitaria en un hospital por el imperdonable delito de ser negro.
Pelotazo comercial
Armada con el consecuente hartazgo que la discriminación sistemática de su raza en Estados Unidos a principios de la década de los cuarenta suponía, a los 23 años de edad se atrevió a empezar a cantar el tema en el club de jazz del «Café Society». Temiéndose represalias y censuras en el Sur, su productor John Hammond se negó a grabarla y Columbia Records, que la tenía contratada, se negó a publicar el tema, pero la permitió grabarlo para otro sello. Tras oír a Holiday cantar «Strange Fruit» a capela, Milt Gabler, que era dueño del sello de jazz alternativo «Commodore», produjo el single cantado por ella, y lo publicó en 1939. El resultado de la valiente apuesta se traafroamericana dujo en la posterior venta de más de un millón de copias, convirtiéndose así en el mayor éxito en términos comerciales de la artista. Lo que precisamente resalta la cinta de Daniels es la batalla extenuante y finalmente perdida de la diva del jazz contra las persecuciones racistas del gobierno y su negativa reiterada a dejar de cantar una canción en la que se reivindicaba la dignidad de la población a través del recuerdo de los linchamientos sufridos. «Interpreto a un personaje que fuma cigarrillos y se acuesta con múltiples personas, y toma muchos tipos distintos de drogas. Yo sin embargo no digo palabrotas, no tomo drogas, ni siquiera me acuesto con nadie, ni bebo alcohol, no hago nada de eso», reconoce la deslumbrante Andra Day, cantante que da vida a Holiday y por cuya interpretación no solamente se ha alzado con un Globo de Oro como mejor actriz protagonista, sino que resuena en todas las quinielas de los Oscar para repetir el triunfo. «Empecé a mostrarme un poco más descarada, soltando más palabrotas, dejando que mi boca asumiera el control. Tuve que remontarme a cuando tenía veintitantos años y me permitía sentir, decir lo que se me
pasara por la cabeza sin sentirme culpable o tener que contenerme», añade. La siniestra figura de Harry J. Anslinger, responsable de la Oficina Federal de Estupefacientes, fue la que determinó el funesto destino de la cantante. Anslinger intimidó a Holiday para que no cantara «Strange Fruit» y consiguió encarcelarla. Pese a todo, su voz demostró tener más fuerza que los barrotes.