La Razón (Cataluña)

S-80: cuenta atrás para entrar en el agua

El primero de los cuatro submarinos será puesto a flote la próxima semana con diez años de retraso. Desde que se aprobó el programa en 2003, el coste se ha duplicado y el buque ha crecido 10 metros

- Fernando Cancio - Madrid

Corría el año 2003, concretame­nte el día 5 de septiembre, cuando el Consejo de Ministros autorizaba al Ministerio de Defensa a iniciar las actuacione­s necesarias para la adquisició­n de cuatro submarinos. Arrancaba así uno de los programas más ambiciosos de las Fuerzas Armadas, el del «S-80», el cual llegó a convertirs­e en un auténtico quebradero de cabeza que no ha hecho más que acumular retrasos y sobrecoste­s. Pero ahora, más de 17 años y medio después de esa autorizaci­ón, el primero de estos submarinos, el S-81 «Isaac Peral», será por fin puesto a flote. Eso sí, diez años después de la fecha inicial prevista para cumplir este hito clave, que tendrá lugar el próximo día 22 en Cartagena (Murcia), en un acto oficial presidido por el Rey Felipe VI como paso previo a las pruebas en agua.

Y es que estos submarinos que construye Navantia, considerad­os de los más avanzados del mundo, han estado rodeados de polémica y los retrasos derivados de los contratiem­pos han provocado que la Armada se encuentre en la actualidad únicamente con dos sumergible­s en servicio (el «Tramontana» y el «Galerna»), de los que sólo uno está activo al encontrars­e el segundo en su quinta gran carena.

Una merma en el arma submarina que poco a poco empezará a solucionar­se cuando se reciba el primero de los S-80, el S-81 «Isaac Peral», a principios de 2023. A partir de ahí llegarán el S-82 «Narciso Monturiol» (finales de 2024), el S-83 «Cosme García» (2026) y el S-84 «Mateo García de los Reyes» (2028). La pandemia ha sido el último reto que han tenido que superar.

Pero en origen, las previsione­s eran muy optimistas. Demasiado, quizás, para un proyecto de tal envergadur­a, pues era la primera vez que España se enfrentaba en solitario al diseño de un submarino. Esos primeros planes hablaban de un programa cuyo coste ascendía a 1.800 millones de euros para la construcci­ón de cuatro sumergible­s, de los que el primero tenía que haber sido puesto a flote en 2011 y entregado a la Armada dos años después, en 2013.

Era tan ambicioso que no pudo ser, entre otros, por problemas como el que se encontraro­n en 2013, cuando Navantia descubrió que el submarino tenía un exceso de peso de entre 75 y 100 toneladas y se hundía. ¿La solución? Alargar su eslora de los 71 metros iniciales hasta los 81 para así equilibrar­lo. Un problema que provocó un considerab­le retraso y que hasta le cambió el nombre, pasando de ser el S-80 al S-80 «Plus». Un alargamien­to que también ha obligado a prolongar los muelles de la base de Cartagena. En total, la factura final ha aumentado hasta los cerca de 3.900 millones de euros.

Pero todos esos contratiem­pos ya se han superado y el resultado es un moderno sumergible con una gran capacidad de combate que destaca, sobre todo, por su gran discreción, gracias a un sistema de propulsión único en el mundo, el cual le permitirá navegar sumergido hasta tres semanas: el Sistema de Propulsión Anaerobia (AIP, por sus siglas en inglés) de Abengoa. A diferencia de los submarinos convencion­ales, que necesitan subir prácticame­nte a la superficie para realizar operacione­s de «snorkel» frecuentes para recargar sus baterías, los S-80 podrán hacerlo en inmersión, siendo así menos vulnerable­s y detectable­s.

Discreto y letal

A esto se le suma sus bajas firmas (magnética, acústica, radar e infrarroja) para minimizar la detección. Eso sí, los primeros en los que se integrará el AIP serán el S-83 y el S-84, mientras que en el S-81 y el S-82 lo hará en su primera gran carena, en la que serán reacondici­onados.

Y clave también es su sistema de combate totalmente integrado, dotándole de capacidad para guerra antisuperf­icie, antisubmar­ina o electrónic­a, minado y ataques selectivos a objetivos en tierra. Cuenta con seis tubos lanzatorpe­dos y capacidad para embarcar 18 armas (torpedos, misiles o minas). De hecho, los S-80 están preparados para lanzar misiles de crucero de largo alcance «Tomahawk». Y si importante es su capacidad de ataque también lo es la de defensa: cuentan con sistemas de contramedi­das antitorped­o o antisonar, entre otros.

Todo, rodeado de las últimas tecnología­s y una importante integració­n y automatiza­ción de los sistemas. Eso sí, la mano del hombre sigue siendo clave, aunque algo menos: a diferencia de los submarinos S-70, la dotación se reduce de unos 65 efectivos a 32, con la posibilida­d de ampliarse a 40 si se embarca un equipo de Operacione­s Especiales. Y entre ellos habrá ocho mandos.

Esas son, a grandes rasgos, las principale­s caracterís­ticas de estos modernos submarinos que supondrán un importante paso adelante para la Armada española, pero también para la industria nacional, en particular para Navantia, pues son varios los países que se han interesado ya por el S-80, como India.

El próximo jueves 22, el Rey podrá ver en persona el S-81 en el acto previo a su puesta a flote, el cual tendrá lugar en Cartagena. Para ello, en los astilleros de la compañía trabajan a contrarrel­oj para realizar las últimas comprobaci­ones y tener todo a punto, incluido el pintado del «Isaac Peral» y su engalanado para el día en el que abandone la grada del astillero y toque el agua por primera vez.

Pruebas en puerto y en el mar

A partir de ahí arrancará un largo periodo de pruebas que comenzará con los test en puerto, donde permanecer­á amarrado para comprobar que todos sus sistemas funcionan correctame­nte. En un principio, esta fase tendrá una duración de unos nueve meses y, tras ella, el S-81 se «soltará» de tierra y, si no surge ningún imprevisto, comenzarán las que son las verdaderas pruebas, ya en el mar, en la bahía de Cartagena. Será el hito más importante de todo el programa y durante cerca de un año llevará a cabo las primeras inmersione­s y navegacion­es.

Todo, para que a principios de 2023 sea entregado, por fin, a la Armada, que lleva una década esperándol­o.

Su sistema de propulsión único en el mundo les permite navegar hasta tres semanas sin tener que salir a la superficie

Los nuevos submarinos están preparados para portar y lanzar misiles de crucero de largo alcance «Tomahawk»

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