La Razón (Cataluña)

BARCELONA PAGA SU DEUDA CON GIL DE BIEDMA

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EnEn 1965, Jaime Gil de Biedma,escritor y empleado en la Compañía de Tabacos de Filipinas, comenzaba a vivir en un piso situado en el número seis de la calle Pérez Cabrero de Barcelona. Dejaba atrás «un sótano más negro que mi reputación –y ya es decir–», e intentaba «renunciar a la vida de bohemio». No lo logró porque siguió con sus amistades, sus copas, sus salidas nocturnas y la literatura, «las dimensione­s del teatro» en las que vivió el escritor.

Ayer Barcelona pagó una vieja deuda con Gil de Biedma. La propia alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, reconocía que tal vez se llegaba tarde a este homenaje, pero lo que importa es que ya es una realidad. Una placa recuerda ahora, en la fachada de la casa de Pérez Cabrero, que allí vivió y murió el autor de «Las personas del verbo».

Inés García-Albí, la sobrina del poeta, no pudo ocultar la satisfaccc­ión de toda su familia, especialme­nte de su tía Marta, la única hermana viva del escritor y que con 96 años actualment­e vive en Madrid. García-Albí recordó la entrevista en la que Ana María Moix, en 1972, conversaba con su querido amigo y donde hablaba de «un apartament­o magníficam­ente decorado», donde tenía como una de sus distraccio­nes favoritas «mirar el sol». Desde allí salía hacia su despacho en la Rambla como ejecutivo de Tabacos de Filipinas. Luego, a las ocho de la tarde, era la hora del su whisky, aunque en alguna ocasión el poeta apuraba la noche en algún local cercano, a veces acompañado, a veces solo. Luego «Podría recordarte que ya no tienes gracia».

En este domicilio barcelonés por donde pasaban Carlos Barral, Jaime Salinas y Juan Marsé, entre otros íntimos, fue donde Gil de Biedma vivió los últimos momentos de su vida, ya enfermo de sida. Fue allí donde estuvo acompañado de Josep Madern, su última pareja, el mismo que lo acompañaba a dar paseos por el cercano Turó Parc. Fue en esa casa donde se dijo «que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde». Ahora, fuera de polémicas absurdas, como la vivida recienteme­nte en Madrid, Gil de Biedma ha dejado huella y puede marchar entre aplausos.

«Una placa recuerda ahora al poeta en la casa en la que vivió sus últimos años»

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Inés García-Albí, ayer, junto a Ada colau, descubre la placa en recuerdo a su tío Jaime Gil de Biedma en la calle Pérez Cabrero, número 6, de Barcelona
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