«Urtzen», un filme que agita el mar y nuestras conciencias
La relación personal de Telmo Esnal con el mar está, desde hace muchos años, asociada de forma irremediable al concepto de hogar, de rayadura de imán contra la nostalgia, de botella con oxígeno por la que respirar en los días raros. «Para nosotros en Zarauz el mar es nuestra vía de escape. Además, cuando naces al lado del mar piensas demasiado en él. Recuerdo que cuando vivía en Madrid y regresaba a casa por la autovía, paraba antes en Zumaia para poder contemplarlo. El mar tiene algo muy poderoso y es que puedes verlo todos los días, a todas horas incluso, si has tenido la suerte de nacer en un lugar con costa, pero nunca está igual. Desde que entré en contacto con el cuento de UR, mi relación con el agua ha crecido significativamente», apunta el director guipuzcoano al otro lado del teléfono en referencia al relato de Pablo Azkue en el que se ha basado para llevar a cabo su último trabajo: «Urtzen».
En este compendio de imágenes, reflexiones existencialistas y diálogos profundos y de tintes medioambientales sobre la importancia de los oceános llevado a cabo durante el confinamiento, el realizador de «Dantza» (2018) propone una necesaria pausa. Esnal además asegura sentirse decepcionado con el trato que las sociedades ejercen con el entorno: «Esta película sale ahora porque no nos gusta lo que estamos haciendo con el Planeta. Cuando eras pequeño ibas al monte con tus padres y te decían “las cosas hay que dejarlas como están o mejor”. Está claro que no hicimos caso y las tocamos demasiado».