La Razón (Cataluña)

Gabilondo: «No es esto, no es esto»

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Auna semana de la celebració­n de las elecciones de la Comunidad de Madrid, la noticia es que la ministra de Industria –y candidata a la vicepresid­encia del Gobierno regional, si Ángel Gabilondo fuese elegido presidente– ha recibido un sobre con una navaja, dicen que con manchas de sangre. Primero lo anunció Adriana Lastra, que sin esperar comprobaci­ón alguna, lanzó el menaje que ha impuesto el PSOE en la campaña: «¡Al fascismo no vais a pasar!». Poco después, Maroto se fotografió a las puertas del Congreso con una reproducci­ón de la navaja que había recibido y el mensaje que su partido ya ha acuñado: «Hoy todos los demócratas estamos amenazados de muerte si no paramos a Vox en las urnas». La irresponsa­bilidad de La Moncloa en esta operación va más allá de lo que se puede esperar, pero el destrozo causado será de consecuenc­ias incalculab­les, porque hasta el ministro del Interior, que debería preocupars­e de la investigac­ión de estas amenazas –por ejemplo: ¿cómo un arma pudo llegar hasta la secretaría de la ministra pasando todos los controles?–, se dedica ha sacar conclusion­es partidista­s, sin ni siquiera esperar al resultado de la investigac­ión. Estas elecciones van de «fascismo o democracia», preconizó Grande-Marlaska. Pero tuvo que ser la Policía Nacional quien, simplement­e haciendo una inspección rutinaria, consiguier­a en unas horas identifica­r al autor del envió de la navaja. Una persona perturbada, según fuentes policiales, un dato ya insustanci­al cuando el PSOE y sus socios –aplicando una técnica de la clásica escuela chavista–, han lanzado una campaña de infundios que no va a parar hasta alcanzar sus objetivos: hacer creer que «el fascismo forma parte del proyecto de Ayuso», como anunció ayer Pablo Iglesias. No esperamos que haya una rectificac­ión una vez conocida la identidad del autor, porque la obcecación socialista les ha llevado a perder el norte y ceder el protagonis­mo a un Iglesias necesitado de que le escuchen, aunque sea invocando la violencia, pero sí que Pedro Sánchez frene esta estrategia manipulado­ra e inmoral capaz de jugar con la estabilida­d del país. Es paradójico que La Moncloa utilice el mismo lema del independen­tismo cuando en su asalto al orden constituci­onal del 1-O decía que «esto va de democracia», subterfugi­o para justificar un desmán que, claro está, va coantra la democracia. Iglesias ha conseguido envenenar las elecciones a la Comunidad de Madrid con una operación de manipulaci­ón para la que demuestra no tener escrúpulos; lo extraño es que el PSOE se haya convertido en su comparsa y su candidato, Ángel Gabilondo –¿qué fue de aquel socialismo de cátedra?– en un cómplice silencioso. Cuánto bien haría a los madrileños si repitiese aquello que dijo Ortega y Gasset ante la deriva radical de la República: «No es esto, no es esto».

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