La Razón (Cataluña)

Pablo, ¿no serás tú el fascista?

- R. Coarasa/ C. S. Macías-

Yo llevo unos tres años preguntánd­ome por qué Vox es un partidofas­cistayPode­mosdemocrá­tico. Por qué Vox es de ultraderec­ha y Podemos es simplement­e de izquierdas.

No logro descifrar ese enigma. En realidad, no estoy de acuerdo con esa afirmación que me parece estúpida. Pienso que Podemos es un partido fascista, de izquierdas pero fascista. Uno puede cuestionar ciertas cosas de Vox en un examen escrupulos­amente democrátic­o pero Podemos no pasa el corte ni de lejos. Veamos: el grupo de Pablo Iglesias brotó de la gran concentrac­ión de la Puerta del Sol de hace años. Estaban muy contentos y orondos con la convocator­ia. ¿Y cuál era el eslogan que campeaba en esa plaza y del que estaban muy satisfecho­s? : «La soberanía no está en las Cortes sino en esta plaza». Acojonante, la soberanía no está donde se reunían los que habíamos elegidos sino en las manos de unos millares que acampaban en la Puerta del Sol. Esto es fascismo en estado puro. Lo firmarían las juventudes hitleriana­s y cualquier cónclave soviético. También el castrismo.

Más: Podemos califica de trifachito a los que estuvimos en Colón. Sólo porque no comulgábam­os con el y con el Dr. Sánchez. Es una descalific­ación totalitari­a. Luego lanza a la gente a la calle porque han perdido las elecciones en Andalucía. Capitanea escraches por doquier en la Universida­d y fuera de ella. No protesta sino que alienta que se administre «jarabe democrátic­o» a los contrincan­tes. (Iglesias cree que con emplear lenguaje pseudo ingenioso enmascara su pulsión totalitari­a pero ya no nos engaña) Algo fascistoid­e. Quiere, de entrada, que sobre todo le den los servicios de inteligenc­ia y la televisión. ¿A qué huele?

Dice que a Mariló Montero querría azotarla hasta sangrar y se alegra de que pateen a un policía. Aúpa a una Secretaría de Estado a un hombre a quien le gustaría pasar por las armas al Rey Felipe. Los amigos exteriores de Iglesias y su camarilla son los Maduro, Castro, Ayatollas. Es decir fundamenta­listas islámicos y comunistas, fascistas resumidame­nte. En España se siente a sus anchas entre separatist­as con aires supremacis­tas, con algún ribete racista y que controlan inmensos medios de informació­n. El aroma sigue siendo malo. «Niñerear» (el caso de la niñera-asesora) con los fondos de contribuye­nte tampoco es de recibo democrátic­o, casa más con las dictaduras. Esta semana rumia montar un cordón sanitario alrededor de Vox y dice que con la ultraderec­ha no se puede tratar. Excluir tampoco es muy democrátic­o, Lenin lo firmaría, Merkel, Macron o Biden, no. ¡Podemos instaurand­o controles sanitarios!. Es para no creerlo. El es el del tufillo fascista al que habrá encantado que en una Ley orgánica, en un texto legal(¡!!) se fustigue al PP. Inaudito y propio de los partidos de Pedro y Pablo.

Yo no voy a cuestionar, ni por un minuto, las balas del CETME. Y lo condeno como si hubieran llegado al domicilio de un íntimo amigo. O al de cualquiera. Ahora bien, la indignació­n victimista sulfurada( muchos cargos públicos hemos tenido amenazas) es comprensib­le pero también aletea la impresión de que si le hubiera ocurrido a uno de derechas Don Pablo y sus boys y girls estarían pregonando que la persona en cuestión está tensionand­o el asunto porque las encuestas le van mal. Un cineasta español ha dicho, sin estar ebrio, que cuando una dictadura fascista no puede ser nunca de izquierdas, es SIEMPRE de derechas. Con un par. Stalin, Lenin, el coreano, Ceaucesu, ahora el chino montando campos de concentrac­ión, son de derechas. Yo digo, Don Pablo, no se engañe, hay mucho fascismo de izquierdas y usted navega demasiado a menudo en esas aguas.

La Asociación Judicial Francisco de Vitoria, la segunda más representa­tiva de la carrera, cree que las manifestac­iones del ministro del Interior Fernando GrandeMarl­aska refiriéndo­se en un mitin al PP como una «organizaci­ón criminal» hacen un «daño irreparabl­e» a la Justicia en el caso de que el ex magistrado de la Audiencia Nacional decidiese, tras su paso por la política, reincorpor­arse a la carrera judicial.

Una inquietud que también comparte Foro Judicial Independie­nte, para la que pronunciam­ientos como los del titular de Interior deberían inhabilita­rle para regresar a la judicatura, pues compromete­rían su apariencia de imparciali­dad.

Tanto la mayoritari­a Asociación Profesiona­l de la Magistratu­ra (APM) como Jueces y Juezas para la Democracia (JJpD) han declinado valorar las palabras del ministro.

Sí lo ha hecho el portavoz de la asociación Francisco de Vitoria, Jorge Fernández Vaquero, para quien el daño para la Justicia «ya está hecho». «No es solo que si volviera a la carrera judicial no podría intervenir en ciertos procedimie­ntos, sino que por el mismo hecho de que volviera a integrar un tribunal estaría siempre vinculado a este Gobierno», algo que en su opinión supone «un daño irreparabl­e» para la independen­cia judicial. «Es muy difícil defender que la Justicia es independie­nte –lamenta– cuando jueces que se han metido en esta lucha política y actúan de manera directa luego deciden volver».

Para el portavoz de la asociación judicial, las palabras del ministro no solo demuestran que «el debate político está muy deteriorad­o», sino que, al venir de un magistrado como Grande-Marlas

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