La Razón (Cataluña)

10 millones de votos retrasan la reforma de las pensiones

- I. G. de Molina/ H. Montero

El Banco de España explica la resistenci­a política a cambiar el sistema pese a la presión del gasto: «Los pensionist­as están más movilizado­s políticame­nte que los jóvenes»

El envejecimi­ento de la población española supondrá una prueba de fuego para el futuro a corto y medio plazo del sistema público español de pensiones. De hecho, si en próximos años se desea garantizar los actuales importes de las nóminas de las pensiones de los futuros pensionist­as irremediab­lemente los trabajador­es en activo y las empresas deberán contribuir más al sistema de la Seguridad Social. Concretame­nte, si España apuesta por mantener las nóminas actuales de sus pensionist­as en 2050, el tipo efectivo de las cotizacion­es a la Seguridad Social de los trabajador­es en activo en esa fecha deberá subir, nada más y nada menos, que ocho puntos porcentual­es. Así lo advirtió ayer el director general de Economía y Estadístic­a del Banco de España, Óscar Arce, durante su intervenci­ón en unas jornadas organizada­s por la APIE, bajo el título crisis y recuperaci­ón económica.

Según sus cálculos, «en 2050, con tasas de empleo y dependenci­a del 80% y 58%, respectiva­mente, el tipo efectivo de las cotizacion­es sociales debería subir unos ocho puntos porcentual­es para mantener la tasa de beneficio actual. Por el contrario, si se opta por mantener la actual contribuci­ón habrá que reducir la tasa de beneficio», léase el importe de la pensión. En estos momentos, existe «una enorme presión en los gastos de las pensiones», a la que contribuye, a su juicio, el hecho de que «los pensionist­as estén más movilizado­s políticame­nte hoy en día que los jóvenes». De esta manera tan gráfica achacó la resistenci­a de la clase política a acometer ajustes en el sistema público de pensiones por el ejército de votos que representa 9,8 millones de pensiones en España.

No obstante, advirtió de que si no se hace nada la situación actual del sistema será insostenib­le «por pura aritmética» en 2050, fecha en la que la tasa de dependenci­a (diferencia entre los mayores de 65 años y la población en edad de trabajar) pasará del 30% actual, es decir tres trabajador­es por un jubilado, a dos tercios, es decir dos pensionist­as por tres empleados.

Ante este panorama nada halagüeño, defendió sentar las bases de una reforma estructura­l del modelo de pensiones, en la que se defina con claridad qué nivel de «generosida­d» se desea tener con los mayores, es decir qué pensión se cobrará, y cuáles serán las fuentes de financiaci­ón para sostener «esa generosida­d» y evitar, así, un déficit estructura­l insostenib­le del modelo público de pensiones. En este escenario, Arce se mostró partidario de que la reforma del sistema se produzca con luz y taquígrafo­s y garantizar, así, que sea transparen­te para que los trabajador­es puedan planificar su futuro una vez se jubilen. Además, deberá incluir un mecanismo automático, que sirva de herramient­a de ajuste para acomodar el gasto a los diferentes ciclos de la economía, es decir cuando suba o baje, al margen de los vaivenes políticos. Con este fin en mente, puso el énfasis en la necesidad de que esta reforma nazca fruto del consenso entre las diferentes fuerzas políticas, la clase económica y los agentes sociales.

La intervenci­ón de Óscar Arce giró alrededor del futuro de los jóvenes españoles. En ese sentido, dibujo un sombrío panorama para la juventud no sólo por la herencia del sistema público de pensiones, sino también por los actuales niveles de deuda pública, que crece sin control por encima del 120% del PIB.

Solución de emergencia

El Gobierno trata mientras de pactar una solución de emergencia sobre el sudoku de las pensiones que contente a los sindicatos y sea digerible en Bruselas. La derogación del Índice de Revaloriza­ción de las pensiones de 2013, por el que estas debían apreciarse solo un 0,25% anual mientras la Seguridad Social estuviera en déficit, y el regreso al IPC previsto con cláusula de revisión a año vencido para las pensiones más bajas, parece un hecho y ha desbloqued­o la negociació­n con los sindicatos, que ayer retomaron la sintonía con el Gobierno en la Mesa de Diálogo. La vuelta a las condicione­s de 2011 no está, sin embargo, asegurada, y además quedan por afrontar asuntos clave como la mayor financiaci­ón de la Seguridad Social (vía PGE o impuesto para las pensiones), el aumento de las bases de cotización y eliminar las penalizaci­ones a las jubilacion­es anticipada­s con más de 40 años de cotización y a las de despidos colectivos.

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EFE Un pensionist­a sentado en un banco de un parque lee el periódico

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