La Razón (Cataluña)

Vestidos de ensueño para un año de pesadilla

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algo de tripa: Andra Day, con un diseño de Vera Wang, y Vanessa Kirby, con un modelo de Gucci, también jugaron a «romper» el cuerpo de sus vestidos.

Los dramáticos diseños de la alfombra roja también estuvieron muy presentes en el Dolby Theatre de Los Ángeles, que junto con la estación Union Station compartía el honor de ser la sede de la gala del cine americano. La invitación pedía «looks» inspirador­es y aspiracion­ales, y Laura Dern se lo tomó al pie de la letra. Su vestido con falda de plumas de avestruz que firmaba Oscar de la Renta resumía a la perfección esas dos máximas, lo mismo que el fluido diseño de Dolce & Gabbana que supo mover muy bien Halle Berry (que además estrenó corte de pelo, muy comentado, por cierto). Amanda Seyfried, si bien iba espectacul­ar con el diseño rojo de Armani Privé, pecó de repetitiva: la actriz, a la que no sé ustedes, pero yo veo como la versión americana de Michelle Jenner, apostó por el mismo tipo de vestido al que recurre siempre.

Las silueta sencillas están muy en boga, como le vimos a Reese Witherspoo­n, de Christian Dior, o a Celeste White, con un «look» que firmaba Gucci, y también tuvieron su hueco en esta breve alfombra roja propuestas que se salían de lo habitual, como la de Glenn Close, que lució un diseño dos piezas de Armani Privé.

Alan Kim, de Thom Browne

En el sector masculino, y dejando de lado la estelar y esperada aparición de Brad Pitt con el esmoquin de Brioni que él mismo había diseñado para la firma italiana, quien se llevó todos los aplausos fue el más joven de la noche, Alan Kim, que sorprendió con un esmoquin creado por Thom Browne con pantalón corto y las míticas rayas en la manga que forman ya parte del ADN del diseñador estadounid­ense. No busquen a nadie mejor vestido en la gala ni a ningún nominado menor de 18 años en la historia 1. Zendaya 2. Laura Pausini, 3. Carey Mulligan 4. Margot Robbie 5. Halle Berry, de los Oscar. El pasado domingo vimos al actor infantil mejor vestido de todos los tiempos. Cierto es que tampoco lo tuvo difícil: la ausencia de grandes estrellas dejó paso a opciones bastante desafortun­adas, como el esmoquin fucsia de Colman Domingo, más apropiado para unos Grammy. La gala fue extraña, como lo es la situación, aunque Hollywood puso todo de su parte para hacernos soñar otra vez y lo cierto es que gracias a la ceremonia nos evadimos un rato de una realidad que parece más bien una película de terror en la que solo queremos que aparezcan las palabras «The End».

Hollywood quiso hacernos disfrutar más que nunca con los Oscar y el glamour de la edad de oro del cine regresó a la alfombra roja

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