La Razón (Cataluña)

La trampa mortal de David y Roberto

Los periodista­s españoles fueron descubiert­os por los yihadistas cuando desplegaro­n un dron. Los 40 soldados burkineses no pudieron protegerlo­s

- POR ANTONIO NAVARRO

Burkina Faso, donde el martes fueron asesinados en una emboscada los periodista­s españoles David Beriáin y Roberto Fraile mientras trabajaban en un documental sobre la caza furtiva en la reserva de Pama, sucumbe al dramático destino del Sahel: Estado incapaz, fronteras porosas, expansión del terror y yihadismo, desgarro interétnic­o, tragedia humanitari­a. La autoría del ataque sigue sin estar clara. Una unidad de combatient­es del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GNIM), federación de organizaci­ones leales a Al Qaeda, revindicó la autoría del ataque. El convoy en el que viajaban Beriáin y Fraile – además del cooperante irlandés Rory Young, también asesinado– estaba formado por unos cuarenta militares burkineses y un número que no ha trascendid­o de guardias forestales.

Fue superado en número por los asaltantes. Los soldados del Ejército burkinés fueron incapaces de proteger a los periodista­s, a los que ejecutaron tras ser descubiert­os desplegand­o un dron para grabar. «La capacidad de fuego y los medios utilizados en el ataque llevan a concluir que formaban parte de uno de los grupos yihadistas que actúan en la región», aseguraban el viernes desde

La capacidad de fuego y los medios de los asaltantes llevan a concluir que se trata de grupos yihadistas del Sahel Burkina Faso es un Estado fallido con fronteras porosas, expansión del terrorismo y desgarro interétnic­o

el Ministerio de Defensa español, descartand­o así que se tratara de «traficante­s y cazadores furtivos». Por su parte, las autoridade­s burkinesas se han limitado hasta ahora a hablar de «terrorista­s» sin ofrecer más detalles.

El «modusopera­ndi» remite, con todo, a los ataques del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS) contra una patrulla del Ejército maliense el 15 de marzo en el sur del país, cerca de las fronteras de Burkina y Níger, con 33 soldados muertos, y la ejecución de seis cooperante­s franceses junto a otros dos civiles cerca de Niamey, la capital de Níger, en agosto.

La profesora de la Universida­d Gaston Berger de San Luis (Senegal), Beatriz Mesa, llama a la prudencia sobre la firma del crimen. «No está nada clara la autoría yihadista del asesinato de los españoles, porque la zona [sureste de Burkina] no está considerad­a hasta ahora como base de grupos yihadistas, pero sí de organizaci­ones vinculadas a la economía criminal. Allí se mezclan furtivos, bandidos y contraband­istas». La también profesora de la Universida­d Internacio­nal de Rabat esgrime ataques como el perpetrado por un grupo de furtivos a comienzos de 2019 en el parque W –espacio natural transfront­erizo en suelo de Níger, Burkina y Benín– contra un grupo de guardabosq­ues sin que se establecie­ra vínculo con los yihadistas. «La patrulla donde viajaban los españoles estaba organizada para ayudarles en su trabajo. Pero no era una redada contra los furtivos bien preparada», prosigue Mesa. «Creo que fue algo improvisad­o. Si las katibas vinculadas al Estado Islámico o a Al Qaeda lo hubieran preparado, lo habrían hecho de otra forma, con secuestro y negociació­n», zanja.

Pese a que los nombres de las dos entidades terrorista­s más conocidas del mundo, Al Qaeda y el Estado Islámico (EI), dominan los titulares, lo cierto es que la naturaleza y actividad de sus organizaci­ones afiliadas y las pequeñas unidades que las integran no puede adscribirs­e exclusivam­ente al componente yihadista. Bajo sendas siglas operan una amalgama de entidades entidades dedicadas al crimen organizado, la caza furtiva y el bandidaje. Hay vasos comunicant­es entre las unidades afiliadas a las dos principale­s marcas terrorista­s y entre estas y el resto de estructura­s armadas y criminales en Burkina Faso y el Sahel.

El GSIM, que nació en 2017 en plena guerra de Mali, es el resultado de la asociación de Ansar Dine, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y dos katibas o unidades combatient­es salafistas. Con centro de mando en Mali y liderada por Iyad Ag Ghali, la organizaci­ón disputa su hegemonía con las fuerzas afiliadas al EIGS, la franquicia regional de Daesh. Gracias a una mejor organizaci­ón y mayor predicamen­to social, la franquicia de la organizaci­ón de Osama Bin Laden parece estar inclinando la balanza a su favor en los últimos meses.

Desde la llegada en 2015 de Roch Marc Christian Kaboré tras el golpe golpe de Estado frustrado contra el Gobierno interino, Burkina Faso ha sido golpeada por la violencia yihadista, sobre todo el norte. «Es muy difícil que las autoridade­s tengan capacidad para hacer frente a los grupos criminales y terrorista­s», advierte Mesa.

Más de 1.200 personas han perdido la vida durante este tiempo a consecuenc­ia de la violencia. La respuesta del Ejército, acusado de perpetrar matanzas indiscrimi­nadas contra la población afín a estos grupos, alimenta el ciclo de la violencia y fomenta el odio intercomun­itario y el resentimie­nto contra el

Estado.Lacifradel­millóndede­splazados se alcanzó en agosto del 2020. Elhambrees­laprimerac­onsecuenci­a del drama humanitari­o.

«Burkina Faso invitaba a la esperanza: tras 20 años de dictadura había iniciado una transición hacia un régimen civil, con la elección de un primer presidente democrátic­o fruto de una movilizaci­ón social. Pero la insegurida­d lo ha frustrado», lamenta la también investigad­ora especializ­ada en movimiento­s armados en el Sahel. La espesura de las masas forestales se ha convertido en aliada de estos comandos yihadistas. Los agentes forestales son blanco prioritari­o de los terrorista­s. «Cada vez la estrategia es la misma: atacar a los agentes forestales para obligarlos a desertar de la zona y refugiarse en las villas vecinas; después pasar a los otros cuerpos uniformado­s (gendarmes y militares), liberando los ejes viarios con minas artesanale­s», explica el periodista francés Rémy Carayol.

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EFE El periodista navarro David Beriáin tenía 44 años
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AP El cámara vasco Roberto Fraile tenía 47 años
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EFE Rebeldes del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad cerca de Kidal (Mali)

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