La Razón (Cataluña)

Queridos Roberto y David

- Hernán Zin Hernán Zin es periodista y CEO de Doc Land

Roberto,Roberto, cómo nos hacías reír con tus historias de Afganistán e Irak. Llorábamos de risa. Como aquella del avión que daba vueltas sin parar y no lograba aterrizar en un pequeño aeropuerto en territorio talibán, mientras vosotros pensabais que allí abajo debía haber un ataque con morteros o un tiroteo. Al final, cuando la aeronave consiguió tocar tierra, el piloto ruso se bajó furioso y le dio una bofetada al afgano encargado de la torre de control. Otra vez se había dejado al burro en medio de la pista.

No te importaba dormir en el suelo, caminar las horas que hiciera falta, como cuando en 2009 nos adentramos en las fauces del Congo, en pleno territorio rebelde, para llegar a las minas de coltán, tras haber estado empotrados durante días con las tropas paquistaní­es de la ONU.

No tenías ego, algo insólito en este oficio en el que cualquiera, por poner un pie en Alepo, se cree un héroe. Y tuviste el enorme valor de regresar a Siria a los pocos meses de que te estallara la bomba que acabó contigo en el hospital. Muchos otros lo hubieran anunciado a los cuatro vientos, pero no era tu estilo. Tú eras un currante, un hombre discreto, alérgico a cualquier protagonis­mo, con el valor y la constancia de pocos. Eras el Miguel Gil de nuestro tiempo.

David, cuando empezamos «competíamo­s» con nuestros blogs sobre la guerra allá por 2006. Cada uno para un periódico gratuito rival. Y quedamos un día para conocernos y tomar un café en la Gran Vía. Ya entonces me sorprendió la cabeza privilegia­da que tenías, lo claro que veías el camino y cómo contar las historias. Sin dudas, has sido el periodista más brillante en este oficio desde Ricardo Ortega.

Navarro noble y testarudo, nada te detenía cuando querías llegar a algún sitio o personaje. Te recuerdo en 2008, en un hotel de mala muerte en Herat, esperando durante días a que un líder talibán te diera una entrevista. En aquellos tiempos, junto a tu inseparabl­e Sergio Caro. No solo conseguist­e entrevista­r al líder talibán, sino que ya lo habías hecho con las FARC y luego lo harís con el Cartel de Sinaloa, entre tantos otros. ¿Qué otro reportero en el mundo tiene tantos logros? Si este país fuera más generoso con sus hijos brillantes y emprendedo­res, deberías haber recibido media docena de Pulitzer españoles.

Doce años más tarde de nuestro primer encuentro, cuando terminé de entrevista­rte para el documental «Morir para contar», te dije que me habías jodido, que cada frase era una joya y que no tenía idea alguna de cómo iba a hacer para cortarla. Tú te reíste. No solo habías crecido como profesiona­l, sino también en la comprensió­n casi metafísica de lo que implica este oficio. Para denunciar las atrocidade­s del mundo, para amplificar la voz de los que están jodidos, hay que ser muy generoso, pero también hay que ser egoísta y arriesgarn­os a causarle un dolor infinito a la gente que más nos quiere. Eso también lo tenías claro y asumido.

«Roberto, no tenías ego, algo insólito en este oficio en el que cualquiera se cree un héroe»

«Navarro noble y testarudo, David, nada te detenía cuando querías llegar a un personaje»

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