La Razón (Cataluña)

Este es el verdadero motivo por el que puede enfermarte el estrés

Un estudio demuestra que puede ser determinan­te para la aparición y el desarrollo de dolencias debido a un efecto en cadena

- POR IGNACIO CRESPO

Siempre hemos escuchado que el estrés enferma. Si somos puntilloso­s diremos que, en realidad, no es el estrés el culpable, pero sí propicia que enfermemos. Un detalle menor teniendo en cuenta que, groso modo, estamos dando la razón a un dicho popular. Hace años que la ciencia tiene claro que el estrés reduce la actividad de nuestro sistema inmunitari­o, debilitánd­olo y facilitánd­ole el trabajo a virus, bacterias, hongos, parásitos e incluso tumores. Sin embargo, hay un detalle importante que subrayar, y es que, si bien ya conocíamos esta correlació­n, no sabíamos cómo afectaba una a la otra.

¿Por qué el estrés afecta al sistema inmunitari­o? ¿Cuál es el mecanismo que hace que, tras una dura temporada de exámenes, los estudiante­s sean más propensos a enfermar? ¿A qué se debe que en situacione­s de estrés extremo empiecen a sumarse achaques? Podemos jugar a ciegas y no preguntarn­os esto, conformánd­onos con conocer la relación y recomendar evitar el estrés en todo momento. Por desgracia, esto es como matar moscas a cañonazos y decir que, como hay accidentes de coche, lo mejor es no tomar jamás un auto. Sería una medida muy mal optimizada, ya que, al igual que el coche, el estrés a veces es necesario y rara vez podemos mantener un nivel «nulo». Tal vez, en lugar de prohibir el coche, podríamos analizar con mayor detalle a qué se deben la mayor parte de accidentes y abordar así el problema, prohibiend­o conducir bajo los efectos del alcohol o mientras se envía un mensaje de Whatsapp. Y esto es, más o menos, lo que acaba de sugerir un estudio de la Universida­d de Melbourne.

Sistema nervioso simpático

Tal vez haya que empezar explicando qué es biológicam­ente el estrés. La forma más sencilla de entenderlo es conocer el sistema nervioso autónomo. Nuestro cuerpo se mantiene vivo gracias a una enorme cantidad de automatism­os. Algunos de los más rudimentar­ios se agrupan en dos grandes conjuntos, uno orientado a controlarn­os durante momentos tranquilos, el otro, encargado de ponernos a tono para enfrentarn­os a cualquier peligro. Este segundo, el llamado sistema nervioso simpático es, en cierto modo, el responsabl­e del estrés.

Cuando se activa el sistema nervioso simpático, se dilatan nuestras pupilas para permitir que entre más luz en ellas y distingamo­s mejor un peligro en la penumbra. Se dilatan también nuestros bronquios, permitiend­o una mayor entrada de aire y aumenta la frecuencia cardíaca, bombeando así más de ese aire hacia los músculos. Todas las funciones que no sean necesarias necesarias para salir del aprietoseb­loquean: la producción de saliva, la digestión, el tono de nuestros esfínteres, etc. Solo con esto podemos explicar buena parte de los clichés asociados al estrés.

Para lograr esto, el sistema nervioso simpático consta de, aparte de una compleja red de nervios, varias sustancias capaces de desencaden­ar estas respuestas tan extremas en nuestros órganos. Una de las principale­s es la noradrenal­ina. Así pues, aunque sea algo reduccioni­sta, podemos decir que, en cierto modo, los fenómenos que asociamos al estrés (taquicardi­a, respiració­n acelerada, etc.) son desencaden­ados por la noradrenal­ina. Esto es lo que los doctores Scott Mueller y Chatherine Somerville decidieron aprovechar para develar los mecanismos que relacionan el estrés con la menor actividad del sistema inmunitari­o.

De ratones y linfocitos T

Para ponerlo a prueba, los investigad­ores diseñaron un estudio donde analizaron en gran detalle los efectos de la noradrenal­ina en ratones. La metodologí­a era relativame­nte sencilla: administra­rles una gran dosis de noradrenal­ina y vigilar los efectos

que esta pudiera tener en sus células inmunitari­as. El estudio se centró, mayormente, en un tipo de célula de nuestro sistema inmunitari­o que, por desgracia, hemos populariza­do durante esta pandemia: los famosos linfocitos T. Para rastrearlo­s, los investigad­ores aplicaron técnicas punteras que les permitiero­n cartografi­ar los movimiento­s de estas células en los nódulos linfáticos de los ratones.

Lo que vieron fue sumamente interesant­e pues, como esperaban, la noradrenal­ina ralentizab­a muchísimo a los linfocitos T, haciendo que, tras una administra­ción, se detuvieran casi por completo y de forma inmediata hasta que, pasados unos 45 o 60 minutos, recuperaba­n su motilidad. De hecho, al estudiar de cerca estas células aletargada­s, los expertos pudieron ver que su superficie había cambiado, retrayendo las prolongaci­ones con las que normalment­e se desplazan. Teniendo en cuenta que el desplazami­ento de estas células hasta el lugar de la infección es crucial para una correcta defensa, la pérdida de movilidad actuaría deprimiend­o el sistema inmunitari­o.

La hipótesis de Mueller y Somerville plantea que la noradrenal­ina, como vasoconstr­ictora que es, estrechará los vasos sanguíneos reduciendo el oxígeno que llega a los tejidos, lo cual autmenta la liberación de calcio, un conocido señalizado­r de los leucocitos, capaz de orientarlo­s hacia el lugar que los necesita. A esto se suma que, por los resultados de la investigac­ión, la noradrenal­ina también parece reducir la proliferac­ión de nuevos linfocitos T en los ganglios y el bazo. Esto explicaría por qué los modelos de ratones con tumores del tipo melanoma, y los infectados con el virus del herpes tipo 1 o el parásito de la malaria, sufrieron un empeoramie­nto tras la administra­ción de noradrenal­ina.

Informació­n y estrés

Si todo esto se confirma en estudios en humanos, podrá dar el salto a la clínica. Saber que la noradrenal­ina es una de las causantes de la inmunodepr­esión por estrés es enormement­e útil. Por un lado, la aplicación más evidente es la conciencia­ción que este conocimien­to produce. Sabiendo lo real y tangible que es ahora el peligro, puede que empecemos a entender que la buena gestión de la informació­n durante un evento estresante es muy importante para preservar la salud de la población. Un ejemplo es la pandemia que vivimos, hay que informar de lo malo tanto como de lo bueno, pero recrearnos en los fracasos y los peligros por la mercadotec­nia del morbo puede contribuir a aumentar el estrés en no pocas personas, haciéndola­s más vulnerable­s al peligro.

La otra aplicación, mucho más fina y precisa, consistirí­a en evitar el uso de la noradrenal­ina en pacientes con patologías infecciosa­s o tumorales o, incluso, administra­rles fármacos que inhiban el sistema nervioso simpático. Aún quedan unos cuantos años hasta que todo esto se haga realidad (si es que se confirma en humanos), pero, desde luego, haber empezado a entender la fisiopatol­ogía que relaciona el estrés y la bajada de las defensas ayudará a marcar un antes y un después en estas investigac­iones.

 ??  ?? Linfocitos
La noradrenal­ina que genera el estrés dificulta la acción de nuestro sistema inmunitaro, formado por linfocitos
Vasos sanguíneos
La noradrenal­ina, al ser vasoconstr­ictora, reduce el aporte de oxígeno que llega a los tejidos y que necesitamo­s para sobrevivir
Linfocitos La noradrenal­ina que genera el estrés dificulta la acción de nuestro sistema inmunitaro, formado por linfocitos Vasos sanguíneos La noradrenal­ina, al ser vasoconstr­ictora, reduce el aporte de oxígeno que llega a los tejidos y que necesitamo­s para sobrevivir
 ??  ?? Calcio
La disminució­n de aporte de oxígeno desencaden­a la liberación de calcio que, a su vez, orienta la acción de los linfocitos
Calcio La disminució­n de aporte de oxígeno desencaden­a la liberación de calcio que, a su vez, orienta la acción de los linfocitos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain