Draghi señala el camino y la estupidez
Draghi afronta el reto de sacar a Italia del hoyo económico, con un plan ambicioso de inversiones y reformas, pero sobre todo con una apelación a la honestidad, la inteligencia y la preocupación por el futuro frente a la estupidez y los intereses
MarioMario Draghi, el hombre que salvó el euro, se embarcó en el reto inmenso de redimir y curar a la economía italiana de su larga enfermedad de estancamiento y deuda y golpeada por la pandemia. El ya legendario expresidente del Banco Central Europeo (BCE), que ahora encabeza Christine Lagarde, quiere aprovechar la coyuntura internacional favorable –Estados Unidos y China marcan la senda y el ritmo de la recuperación– y el maná de fondos europeos para sacar a Italia de su letargo. Todo empezó con una simple frase, en julio de 2012, cuando los mercados acogotaban al euro, «el BCE hará lo que tenga que hacer», rematada con una advertencia/ amenaza «y créanme, será suficiente». Y lo fue. Ahora, Draghi, reclamado para enderezar la economía italiana, acaba de presentar un detallado plan de reformas e inversiones por valor de 248.000 millones de euros, centrado en la transición ecológica, la digitalización, la educación, las infraestructuras, la cohesión social y la sanidad, complementadas con rebajas fiscales.
Draghi, además de prestigio, combina sutileza con firmeza, habilidad quizá absorbida en el Istituto Massimiliano Massimo, la escuela de los jesuitas en Roma, una de las más prestigiosas de Italia, por la que también pasaron Luca Cordero de Montezemolo, expresidente de Fiat y de Ferrari, Luigi Abete, expresidente de la Banca Nazionale dil Lavoro, la actriz Carolina Crescentini o la prestigiosa abogada transalpina afincada en Madrid Silvia Venturi, que formó parte de la primera promoción que incluía mujeres. Draghi, como el día que salvó el euro, también ha lanzado su órdago/ advertencia en el Parlamento italiano al presentar el plan que ha enviado a Bruselas: «Estoy seguro de que la honestidad, la inteligencia, la preocupación por el futuro prevalecerán sobre la corrupción, la estupidez y los intereses».
El plan de Draghi coincidirá en Bruselas con el del resto de países que aspiran a los fondos Next Generation, incluido el que ha remitido Pedro Sánchez. Italia y España se llevarán, en teoría, casi la mitad de los 750.000 millones de euros, pero, diga lo que diga el inquilino de la Moncloa, hasta ahora obsesionado con la «Batalla de Madrid», «el desembolso del dinero está directamente relacionado con el progreso de las reformas y las inversiones», como ha explicado Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea. España, como Italia, ha esperado hasta el último momento para presentar su plan y ha habido negociaciones duras de las que no han trascendido los detalles, pero Dumbrovski ha dado alguna pista: «Inicialmente, con los planes de muchos Estados miembros, vimos que no había suficiente enfoque en las reformas y que las recomendaciones específicas para cada país no se estaban abordando de manera satisfactoria». Alemania y Francia, sin duda para hacer fuerza, presentaron sus planes conjuntamente que incluyen, como el italiano, el portugués y también el griego, bajadas de impuestos, algo que no figura en el español, por el que tendrá que dar la cara Nadia Calviño, mientras su colega de Hacienda, María Jesús Montero, espera el momento oportuno, con la cobertura de una comisión creada «ad hoc», para aplicar una subida fiscal generalizada.
La llegada de Draghi al Gobierno italiano, con reformas estructurales en la mochila y en teoría aceptadas por todos, coloca a España en la tesitura de seguir una senda parecida si no quiere verse estigmatizada como el alumno imposible de la clase. Hasta ahora, los problemas de Italia –enormes– servían de coartada para España. Si Draghi es capaz de convencer de que puede sacar a su país del furgón del agujero negro del déficit, la deuda y el anquilosamiento de la Administración, las miradas se volverán hacia España y las exigencias se multiplicarán. La coyuntura económica internacional es favorable, pero el Banco de España ha vuelto a recordar que también «la incertidumbre es elevada» y que son imprescindibles las «reformas estructurales» y una futura «consolidación fiscal», es decir, ajuste del gasto público. Hasta la Moncloa llega el sonido de Serrat y su «puede ser un gran día, aprovecharlo o que pase de largo, depende de ti», sin que quede claro si alguien ha oído la advertencia de Draghi sobre la «estupidez».
España, si no se aplica y hace los deberes económicos, y si Italia se recupera, corre el peligro de ser estigmatizada»