De la Libertad
Muchas cosas tenemos que agradecerle a Ayuso, no solo los madrileños, sino el resto de los españoles de bien: su defensa de la Libertad, con mayúsculas, sin estridencias, sin palabras gruesas y con la serenidad de quien es una persona convencida de que a los ciudadanos que viven en Democracia hay que dejarles tomar sus propias decisiones: disponer de la mayor parte de sus ingresos (salvo los naturales, lógicos y necesarios impuestos, lo que ni ella ni nadie con sentido común niega) para invertirlos en lo que les pete o para gastarlos en el ocio que más se ajusta a sus gustos; elegir el colegio de sus hijos, el tipo de enseñanza y saber que, si tienen un hijo con discapacidad, disponer de un colegio especializado que lo prepare para la vida cuando los padres falten; abrir negocios en tiempo más que razonable y tener un horario libre en el que pueda ejercer una competencia libre y justa; poder acudir a los toros (a mí no me gustan), a un concierto, a la fiesta del Orgullo Gay, al cine o al teatro sin que otros ciudadanos les amarguen su elección cuales inquisidores a la vieja usanza.
En definitiva, hacer lo que mejor les plazca sin invadir la libertad de los demás (la libertad de mi prójimo acaba donde empieza mi nariz) y tener las condiciones adecuadas para ejercer su libertad, aunque puedan equivocarse. Y esa Libertad la defiende en estos momentos mejor que nadie en Madrid y en el resto de España Isabel Díaz Ayuso. Mañana nos jugamos lo más sagrado que tenemos las personas de a pie: poder vivir en paz, tener esperanzas de que nuestros hijos puedan valerse por sí mismos, respirar el hermoso aire de Madrid y contemplar el cielo más bonito del mundo sin que nos digan en qué banco nos tenemos que sentar para disfrutar de todo ello. De eso van estas elecciones.