La Razón (Cataluña)

«Vivir en Madrid es una exquisitez»

El icono del rock con Burning presenta su primer disco en solitario, «Hagámoslo»

- Ulises Fuente -

En plenas fiestas de la Comunidad de Madrid y en la víspera de las elecciones es pertinente hablar con un icono de la capital, Johnny Cifuentes (Madrid, 1955), supervivie­nte de la banda Burning, a cuyos días decidió poner fin en una decisión valiente, para dejar un «cadáver bonito» de una banda que tuvo, al menos de forma postrera, el reconocimi­ento merecido, con una gira de despedida y hasta un documental firmado por Fernando Colomo. Después de más de cuatro décadas de carrera, ha llegado el momento de iniciar un camino nuevo sin olvidar el tiempo vivido. Johnny Burning publica «Hagámoslo», un disco de, cómo no, aroma «stoniano» y espíritu del debutante y que presentará, como es menester en el epítome de un madrileño, el 15 de mayo, San Isidro, en el Teatro EDP, de la Gran Vía.

«Me siento como si hubiera dejado atrás una autopista y estuviera conduciend­o por una carretera comarcal, no sé, por una que va cerca de la costa. Me hace muy feliz poder seguir haciendo cany y observando el mundo. Pero con la emoción de no saber nunca qué va a pasar y hacia dónde lleva esta avenida», explica el músico, que, ante las dudas, dice: «hagámoslo». «Es una invitación, sí, a ser valientes. Y a llevar a cabo los planes de vida. En mi vida solo hay un plan: tocar, es lo que necesito».

Dejar de fumar

Sin embargo, Johnny ha acusado la oscuridad de los tiempos. «Como todo el mundo, sí. He estado muy triste, porque llevo casi dos años sin tocar y eso escuece muchísimo. Nosotros nos alimentamo­s de eso, del escenario y de sentir las emociones de la gente. Y es muy duro. También he tenido gente cerca que ha estado muy mal, aunque por suerte no he vivido bajas. Bueno, y me he quitado de fumar, tío. Como anécdota no está mal...». El disco estaba perfilado antes de la pandemia, pero los hechos vividos han dejado sombras en algunas letras. «He metido esos matices, sí, y yo sé dónde están. Pero hemos preferido volver a levantarno­s. Esto es rock & roll, necesitamo­s vida, volver a pasarlo bien, no hay que caer en los mensajes negativos porque hay otra gente que se encarga de eso. Mi deber es hacer un disco de rock & roll». A Johnny se le escapa el plural y ríe cuando le preguntamo­s si es por Nico Álvarez, su nuevo compañero de aventura. «Sí, claro, pero es que son más de cuatro décadas formando parte de una banda y eso, ya no me lo podré quitar nunca. Tomé mi decisión hace seis o siete años y voy destilando mi manera de hacer canciones, pero la esencia siempre está ahí. Y Nico es alguien con el que me entiendo perfectame­nte, que está construyen­do conmigo esta historia».

En el disco, se refiere a unas «Malas Tierras». «Es la relación que tengo con el rock, con la nociones che y con las experienci­as por las que me ha llevado la música». En esa canción también menciona al oso y el madroño... «Soy un enamorado de mi ciudad, igual que cada uno de la suya, me imagino. Lo expreso ahí y no me importa. La ciudad de Madrid nos ha visto nacer, nos ha dado los biberones musicales a Burning y a mí, y para mí, vivir en Madrid es una exquisitez. Me pone contento, me saca una sonrisa. No es que no me guste muchísimo Cádiz, Bilbao, Barcelona y La Coruña, pero he nacido aquí y hacerle un guiño a mi ciudad es necesario, tal y como está el pescao, porque a veces desde la política tratan de castigar a mi ciudad». Bueno, es que estamos en campaña y hay un cierto fervor identitari­o. «A mí me molaría que se pusieran de acuerdo un poco, la verdad. Pero por encima de todo, me da igual lo que digan otros de mi ciudad», defiende.

Su templo, el Cocodrilo, en Batán (Carabanche­l) ha estado cerrado y abre desde las siete de la tarde hasta el horario permitido, «para que las mesas y el local no se pudran. Pero no funciona, no es el ambiente», admite Johnny. «Eso sí, van los parroquian­os en perfecto orden. Seis mesas, cuatro personas, y ahí estamos tratando de ponerle velas al Señor para que esto empiece a darse la vuelta. Como todo el mundo, estamos intentando ‘‘sobremorir’’ dignamente», ríe el rockero. Pero ahora solo piensa en una cosa: «Qué emocionant­e es sentir que de verdad vales para algo y que vamos a salir a tocar. He tenido alrededor gente que ha estado muy mal. Pero no te puedes olvidar de las medidas, no hay que cometer errores de los que te arrepiente­s toda la vida».

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