La Razón (Cataluña)

El triunfo de Iglesias: hasta Brad Pitt se ha pasado al moño

- Jesús Amilibia

Es lo que tiene ser un detector de fascistas a tiempo completo, que te convierte en un influencer internacio­nal. Porque, ¿quién no quiere señalar fascistas como «Terminator» detectaba a sus adversario­s con aquel ojo biónico que analizaba en segundos todos los potenciale­s peligros? Lo extraño es que Iglesias no haya recibido aún ofertas como jefe de seguridad de los aeropuerto­s aeropuerto­s de Cuba o Venezuela. Todo llegará. De momento, ha conseguido que Brad Pitt se pase a la moda del moño. Bien es verdad que el actor luce uno bajo y aún no se ha clavado los pendientes a modo de complement­o, pero ya posa con su garboso recogido. Ahora cuenta con el poderío rojo, pila nuclear o radar astronómic­o que le permitirá la detección de fascistas en las fiestas de Hollywood para, por ejemplo, no tener que alternar con indeseable­s fachosos que aún adoran a John Wayne ni ligar con modelos reaccionar­ias que detestan el sexo oral. Rocío Monasterio tiene el poder inverso: dice que su gen cubano le permite detectar comunistas a distancia. Podría trabajar con el FBI, pero de momento está a gusto con Abascal. El poder de Adriana Lastra tiene a su pesar cierto toque poético: ella va golpe a golpe y verso a verso. Grita que PP y Vox son los mismos que apoyaron el golpe del 36, así, en plan No-Do y tirando de Memoria Histórica. Adriana ve a Franco, Queipo de Llano, Mola, Sanjurjo y Millán Astray repartidos en la derecha. Podría trabajar en Los Cazafantas­mas, pero como no le gusta Bill Murray, prefiere seguir gritando «¡no pasacomo pasacomo si los fachas golpistas ya estuvieran en el Puente de los Franceses. Cuando se dijo que Iglesias era un reality show, o sea, una cosa entre «Supervivie­ntes» y «Sálvame Tomate», se pensó que quizá el macho alfa aspiraba a sustituir a Ana Rosa en Telecinco, pero después de llamarla «portavoz de la extrema derecha» la cosa no está clara. Ana le ha contestado: «Usted es un fascista. Me está señalando y yo no tengo guardaespa­ldas». La presentado­ra detecta fascistas en defensa propia, claro. En fin, que cuando Pablo afina su ojo biónico y dice que «el fascismo es el rostro del poder», pienso que está viendo su propio rostro. Con moño y todo.

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