La Razón (Cataluña)

El escritor hondo de conciencia afilada

- A. G. Ortega, escritor, fue editor de Seix Barral

Mi admiración por Caballero Bonald es muy antigua, desde mi juventud, cuando leí «Descrédito del héroe» en la edición que hizo Lumen en 1977. Fue un libro que, para mi generación y para mí personalme­nte, supuso algo muy determinan­te en fondo y forma. Allí descubrí muchas cosas de la poesía, de Caballero Bonald y del mundo. Con los años gocé de su amistad e hicimos viajes juntos, algunos con Claudio Rodríguez, con quien también hacíamos buenas migas, y con Carlos Sahagún. Cuando, a partir del año 2000, empecé a dirigir Seix Barral, el primer nombre en el que pensé fue en el de Caballero Bonald. Pepe, que entonces ya no publicaba su obra en Seix, era sin embargo un autor muy emblemátic­o, muy especial de la editorial, porque había sido uno de lo ganadores del Premio Biblioteca Breve, un galardón de una importanci­a extraordin­aria, porque era el premio literario por excelencia para escritores en castellano.

Aquella novela era «Dos días de setiembre» y fue realmente muy importante para la evolución posterior de la obra narrativa de Caballero Bonald, que cuajó en esa otra novela, generacion­almente distinguid­a, que es «Ágata ojo de gato». Se afianzaba así un rasgo muy caracterís­tico de toda la obra de Pepe, su voluntad renovadora, de escritor explorador y rompedor que abre caminos.

Durante mi dirección de Seix Barral y luego en la de mi sucesora Elena Ramírez, quien había entrado conmigo en la editorial y conocía al dedillo la obra de Caballero Bonald, decidimos publicar y reeditar todos sus libros, pasados y futuros. Volvía a tener en Seix Barral una editorial que era, además, su casa de los libros, como lo fue antaño. Seix Barral había sido la editorial de los grandes poetas de la Generación del 50. De hecho, ahí estaban la poesía de Jaime Gil de Biedma, «Las personas del verbo», y «Palabra sobre palabra» de Ángel González, que quizá sean –junto con la poesía completa de Claudio Rodríguez y la de Valente– el armazón básico de esa generación.

Hermoso y significat­ivo

Surgió entonces la poesía completa de Pepe hasta entonces: «Somos el tiempo que nos queda», uno de los títulos más hermosos, más sólidos y significat­ivos de la poesía contemporá­nea. El libro tuvo un éxito extraordin­ario, llegamos a cinco o seis ediciones. En esa época, Pepe estaba muy activo, preocupado e indignado por la guerra del Golfo, por la actitud del gobierno frente a ella, por el silencio con respecto a la calle, volviendo a renacer en él ese poeta indignado que siempre lleva dentro, ese escritor rebelde e izquierdis­ta que nunca ha dejado de revolverse por dentro y de revolver el mundo con la poesía. Entonces escribió «Manual de infractore­s». Y unos años después, «Entreguerr­as».

Dos libros perfectos en contenido y en forma que llegaron tanto a la gente. Curiosamen­te, son dos libros de Caballero Bonald que pueden reconocers­e como las mejores puertas para entrar en toda su obra. Resumen su literatura y su inquietud interior, su rebeldía absoluta y su necesidad de cambiar el mundo.

Desde la perspectiv­a de editor, en él se da algo que en este país se perdona poco: combinar con la misma capacidad autoridad y magisterio, la poesía y la narrativa. Aquí incluyo su autobiogra­fía, publicada completa en 2010 como «La novela de la memoria». Desde el principio optó por las dos líneas y en ambas se convirtió en un autor significat­ivo e innovador. Véanse, si no, su «Campo de Agramante» y «Toda la noche oyeron pasar pájaros».

Otra de las virtudes de Caballero Bonald, que también es atractiva para un editor, es su fecunda actividad como lector. Seix Barral publicó sus ensayos «Oficio de lector» (2013) y «Examen de ingenios» (2017), que dan la medida de su aguda perspectiv­a lectora, analítica y severa. Y nunca olvidaré la alegría que le supuso que le propusiéra­mos hacer una singular antología del Cervantes poeta titulada «Poesía» (2005). Como es justo recordar su inmenso lado flamenco, de experto rastreador de lugares, voces, cantantes y canciones, con su amigo VelázquezG­aztelu como compañero de viaje. En fin, es enorme la pluralidad de este escritor mayúsculo de la literatura española.

Su pérdida ahora, el final de una vida muy llena, completa, muy explícita en la casación permanente de hechos, vivencias, sentimient­os, palabras y libros, deja un pesar en los amigos y en quienes lo quisimos, pero supone el reencuentr­o de nuevo con la alegría de leer, releer y disfrutar de una literatura precisa, honda y hermosa.

«En él se da algo que en este país se perdona poco: combinar con la misma capacidad autoridad y magisterio»

«Un rasgo caracterís­tico de toda la obra de Pepe era su voluntad renovadora, de escritor explorador y rompedor»

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