La Razón (Cataluña)

Sánchez quiere un debate sobre el estado... de la moción

Baraja convocar la cita de control de la oposición coincidien­do con el desalojo de Rajoy Busca aprovechar el tercer aniversari­o para revitaliza­r la mayoría de la investidur­a

- Carmen Morodo-

El Gobierno baraja convocar el debate del Estado de la Nación en junio. En las sesiones plenarias del 31 de mayo y 1 de junio de 2018 se debatió la moción de censura que provocó la caída del Gobierno de Mariano Rajoy. Y en Moncloa no pasan por alto este tercer aniversari­o de la censura que se llevó por delante al Gobierno del PP y que fue la semilla de la mayoría que sostiene hoy al Ejecutivo de coalición.

Pedro Sánchez necesita reforzar el engrase de sus alianzas y, por más que el debate lo envuelva en la música del aniversari­o del desalojo de Rajoy del poder, para sus socios las cuentas pendientes pesan más a día de hoy que ese espíritu de frente común contra la derecha.

La lección de Madrid está clara en cuanto al desgaste que provocan al PSOE sus compañeros de viaje o dejarse arrastrar por Unidas Podemos, pero la prioridad de Moncloa es recomponer y dar un impulso al pacto de investidur­a. El clima que ayer se vio en el Congreso de los Diputados confirma que Sánchez tiene difícil rearmar la unidad de acción. Pesan en su contra rl desgaste por la gestión de la pandemia, el sinsentido de decisiones como la de desentende­rse del estado de alarma, lo que ha sublevado hasta al PNV, y también la necesidad de ERC de distanciar­se y ser fiel a su tradiciona­l deslealtad con Madrid.

El «todos contra Sánchez» que se lleva viendo en el Congreso desde hace meses es muy posible que sea lo que se visualice en el debate del estado de la Nación. Pero el Gobierno cree que puede

Casado endurecerá su oposición para no dejar espacio a Vox en la rentabiliz­ación del malestar social

ser una oportunida­d para lanzar una campaña de perspectiv­as positivas, de buenas noticias con las que poner sordina a la derrota de los socialista­s en la Comunidad de Madrid y al problema catalán que sigue estando encima de la mesa del jefe del Ejecutivo –nuevo Gobierno independen­tista, mesa de diálogo e indultos.

Las fortalezas de Sánchez ante ese examen parlamenta­rio son los fondos europeos, la vacunación y la recuperaci­ón económica. Bruselas sitúa la vuelta del PIB español a niveles prepandemi­a para 2022, siempre que haya un buen uso de los fondos. Y, en general, los indicadore­s empiezan a apuntalar las perspectiv­as de crecimient­o del Gobierno, pero la clave está en el empleo y en el calendario de ejecución de las reformas y ajustes que, de tapadillo, Moncloa ha comprometi­do con Bruselas. En su mayoría, las medidas impopulare­s podrán esperar, e incluso atarán a los Gobiernos de próximas Legislatur­as, si bien en Bruselas difunden que la reforma de las pensiones será el primer pago que España tendrá que hacer. Son las pensiones, y no la reforma laboral, en la que al Gobierno le será más fácil surfear, las que pueden condiciona­r la fecha de las próximas elecciones generales.

La oposición y los socios echarán sobre la agenda en positivo del marketing de Moncloa la debacle de Madrid, la situación de la coalición tras la salida de Pablo Iglesias y Cataluña.

Los socios han coincidido también con la oposición en la exigencia de un debate monográfic­o sobre el uso de los fondos europeos. La decisión del Gobierno de actuar a espaldas hasta de sus aliados, sin negociar ni informar, puede hacer que un tema en el que el viento sopla a favor del Gobierno, de momento, como ocurre con la llegada del dinero europeo, quede también ensombreci­do por las críticas de la mayoría de los grupos parlamenta­rios.

La decisión de Sánchez es resistir y no habrá elecciones, al menos hasta que Bruselas no apriete con las pensiones. En el PP son consciente­s de ello y por eso dudan del acierto de la dirección nacional de lanzarse a por Sánchez, como si en el calendario ya estuviera marcada la cita con las urnas. Génova, sin embargo, lo tiene claro, y, tras Madrid, la decisión es dar una vuelta de tuerca a la presión sobre el Gobierno de coalición. «Sin respiro», y esto afecta a todos los temas: una vez que dan por amortizado a Cs, la estrategia vira para no dejar espacio a que Vox pueda rentabiliz­ar a su favor el malestar social en clave económica o política.

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresid­enta Carmen Calvo, escuchan a Pablo Casado en el Congreso
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EFE

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