Otro Congreso es posible
Se van a cumplir los 10 años del 15M. Ese momento en el que gobernaba el PSOE y el personal, sobre todo joven, se echó a la calle a debatir en corro, aplaudir como la coreografía de una canción del verano que no fue y a proclamar que otro mundo es posible al grito de «¡No nos representan!».
Con el tiempo quizá esto se ha convertido en un realidad pero no en el sentido que se proclamaba entonces. No nos representan porque las cosas que se tienen que debatir, convalidar y votar en las Cortes casi ni rozan el legislativo. Bailan del Ejecutivo a los ejecutivos regionales y luego se pierden por ahí en foros multilaterales sin sustento constitucional, en los tribunales superiores y el que quiera «arsenal normativo» con carga real que se vaya al polvorín del Supremo.
Hasta el ridículo «y tú más» ha perdido esa condición de subasta de miserias… ahora basta con un «se te está poniendo cara de Rivera» pues a ti de «Zapatero». El daño que se infringe a la vida parlamentaria tiene consecuencias, más allá de la histórica desafección. Las sesiones de control son poco más que unos tuits y algún boletín en la radio… el contenido tiende a cero, todo es torpe continente.
Sánchez y Casado han interpretado un sainete grotesco y zafio como secuela de las elecciones madrileñas. Ha estado mucho más interesante y hábil la réplica en el Ayuntamiento con el Alcalde Almeida y la Delegada del Gobierno, Mercedes González… al menos tenía sustancia y por qué, hasta esa elocuencia de dos que han sido primeros de la clase. La des naturalizacióndel Congreso tiene mucho que ver con la pérdida de la mayoría de investidura. Negociar ahora algo con los socios catalanes es arriesgarse a que te pidan los indultos ya mismo y dos huevos duros... además ya no está Iglesias como intermediario.